En sus reflexiones videograbadas sobre lo que asegura es “la tremenda deuda que dicen que no es deuda” el Dr. José Luis Pech tiene razón: todo lo que señala es deuda. Y tremenda. Capital contratado e intereses. Es más, se queda corto: lo que el menciona es solamente la deuda bancaria a largo plazo acumulada. Podría agregar que hay algunas otras cosas por pagar como deuda a corto plazo y a proveedores, por ejemplo.
Más que tremenda, la deuda es una barbaridad. Un abuso. Un despropósito que los gobiernos anteriores clavaron a la mala en la espalda de los quintanarroenses y colocaron a las finanzas públicas en un auténtico punto de quiebra que no se puede dejar correr como si no pasara nada.
El gobierno estatal recién llegado ha optado por enfrentarla con una reestructuración para liberar recursos que le den un respiro mientras replantea su política financiera. Al cabeza de Morena eso le parece una medida “irracional y moralmente inaceptable” aunque no nos dice cómo salir del atolladero. Si es que le importa que el estado salga.
Lo omite tal como evitó manifestarse sobre el tema durante su campaña por la gubernatura. No encuentro pistas sobre opinión (para no hablar de propuesta) relativa al asunto ni en su página de propuestas, ni en sus redes sociales. Quedó a deber a los electores.
Peor aún, ni entonces ni ahora dice media palabra sobre los que causaron impunemente la enfermedad. Como si la crisis financiera hubiera caído de la nada y no existiera responsabilidad que reclamar y perseguir.
Cabe, entonces, preguntarse: ¿Qué habría hecho el Dr. Pech con este problema si le hubiera caído en las manos en caso, totalmente hipotético, de que hubiera ganado? Evito las especulaciones. Nos debe la respuesta.