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noviembre 26, 2024

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La vigencia de Borge

Son ya cuatro meses que Roberto Borge dejó la gubernatura, que de hecho desapareció y tal parece que sigue siendo el centro por donde gira Quintana Roo, el eje por el que se toman las decisiones, el punto a través del cual se sigue dividiendo entre lo bueno y lo malo, fraccionando a la sociedad en un inmisericorde excluyentismo gubernamental.

El mismo gobernador Carlos Joaquín González ha sido el promotor de esta filosofía política, la que ha reducido a la simple necesidad que tienen algunas personas de culpar a algo o a alguien de sus desgracias.

Y es que ya no es sólo el aceptar y apapachar sólo a los que levantaron la mano: “Hey, yo fui afectado por el ex gobernador y por lo tanto soy anti-borgista”, sino también para ahuyentar, sin siquiera mirar, a aquellos que no se unieron a su campaña y entonces lo tildan como miembro de ese “clan”. La postura ha llegado a grados incluso enfermizos, pues ahora resulta que el gran culpable de la reciente violencia en Playa del Carmen y Cancún es “aquel que permitió la impunidad”.

Cierto que Roberto Borge fue el primero en dividir, en excluir y jugar a los vaqueros contra los indios, de forma cuadrada, sin matices y de una manera excluyente, al más puro estilo del “si no estás conmigo, estás en mi contra”.

Pero en el resentimiento que guarda -porque, también es cierto, él padeció en carne propia la furia del ex gobernador- Carlos Joaquín hoy mide con la misma vara, quizá no de manera tan violenta, pero igual o más excluyente, más selectivo, cuando él mismo fustigó –y aún lo hace- las formas de gobernar de su antecesor, siendo que juró gobernar a todos los quintanarroenses.

Es hora que Carlos Joaquín entienda que la enorme mayoría de la gente que él y sus colaboradores han hecho a un lado, no es borgista ni joaquinista, son personas que requieren trabajo y ser incluidos.

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