Estamos en el estado del Nunca Jamás, en donde las cosas son al revés, en donde los homicidas andan libres, en donde se aprehende a inocentes, en donde la procuración de justicia pide disculpas en vez de aplicar la mano dura contra la delincuencia, en donde las autoridades son las acusadas, las señaladas, las vilipendiadas.
En donde no hay gatos que atrapen ratones y éstos viven en la fiesta total, en la impunidad sin límites. En donde la justicia es letra muerta.
Este es el Quintana Roo de hoy, el estado que reporta más de medio centenar de homicidios en este año, sin que hasta el momento se haya logrado la captura de un solo asesino.
Este es el Quintana Roo de Héctor Casique Fernández, quien fue aprehendido y torturado en el año 2013, acusado por el multihomicidio cometido en el Bar La Sirenita, donde siete personas perdieron la vida, para tres años después dejarlo en libertad y ofrecerle el trillado y denigrante “usted disculpe”.
Y este también es el Quintana Roo, donde los asesinos de esos siete hombres están libres, donde los 43 agentes judiciales que torturaron y mancillaron la dignidad de Casique siguen dentro de la corporación, como si no hubiese pasado nada.
Por supuesto que el afectado no aceptaría nunca una disculpa de este tipo, porque además no es la boca de Casique la que habló, no, es una expresión de toda la sociedad la que se siente agraviada y exige justicia.
Esta Fiscalía no tenía por qué ofrecer disculpas. Ese no es su papel. Su responsabilidad es dar certezas y encarcelar no sólo a los que en cometieron el multihomicidio, sino también a los torturadores, a los mismos que forman parte de su equipo y están en la calle portando “charola” y armas, poniendo en peligro la integridad de la gente, seguramente gente inocente.
