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octubre 03, 2024

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La rumorología, arma política

Los refranes son en esencia, el cúmulo de conocimientos de muchas generaciones y que van de boca en boca a todo lo largo de la historia, hay uno en especial que “da en el clavo”: El rumor es como un cheque, no hay que darlo por bueno hasta que se compruebe que tiene fondos.

La palabra rumor proviene del latín “rumor” y significa ruido confuso que corre, y eso es lo que precisamente se ha desatado desde septiembre pasado; primero del sistema de gobierno hacia la ciudadanía sobre el presunto juicio político que se le haría a varios funcionarios de la pasada administración, empezando por el exgobernador Roberto Borge Angulo; al secretario de Finanzas, Juan Pablo Guillermo Molina; al presidente del congreso local de ese entonces, Pedro Flota Alcocer; a la directora del Patrimonio Inmobiliario del Estado, Claudia Romanillos, entre otras figuras públicas del gobierno felixista y borgista.

Pero no solo desde el gobierno del estado salió ese rumor, también en los municipios los nuevos presidentes y presidentas municipales hicieron lo propio, pues ventilaron en los medios de comunicación los presuntos faltantes en las arcas públicas, por lo malos manejos que llevaron a cabo sus antecesores.

Lógicamente, la sociedad que está ofendida e indignada por los atropellos realizado por los anteriores gobiernos, aceptó con buen semblante estas declaraciones vertidas en los primeros tres meses de las nuevas administraciones; pero hoy ya exigen que las promesas se conviertan en hechos, cosa que al parecer le está costando trabajo a los que denunciaron esos desvíos de recursos.

Ahora bien, también algunos malosos se dedican a sembrar rumorología contra el gobierno y los municipios, se encargan de dispersarlas en las redes sociales y de manera mediática hacen efecto, hacen daño y ponen a dudar a la sociedad; como eso de que existen tres cabezas en el gobierno del estado, o que los presidente municipales quieren reelegirse.

Porque en toda “teoría conspirativa” hay unos aparatos de inteligencia, unas estructuras clandestinas y unos grupos bien financiados, al servicio de la rumorología, que tienen unas cabezas y unas estrategias bien claras para desestabilizar a cualquier sociedad.

No sé por qué nos afanamos de hacer del rumor la verdad última, lo dicho verídico y determinante. “Te juro que es cierto, me lo dijo una persona de absoluta confianza”, suelen decir quienes usan esta herramienta. Los psicólogos y los siquiatras lo podrán explicar mejor, pero basta ver hasta dónde puede llegar el ‘delirio’ político de algunas personas ‘normales’ para entender que el rumor es una herramienta política perversa, perniciosa y maliciosa.

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