Para el caso de nuestra ciudad – de reciente creación -, se tuvo la valiosa oportunidad de planificarla con perspectivas a futuro, bajo un ideal futurista pero la estructura mental de quienes lo hicieron sólo reflejó un diseño obtuso y minimizado.
El primer plano de esta ciudad se planeó de acuerdo al denominado “Plato roto” , ciertamente con una perspectiva muy interesante ya que permitió jardines internos en cada manzana, pero la problemática se hizo patente al hacer avenidas que a la vuelta de poco más de cuarenta años resultan un conflicto en el tráfico diario.
De apenas uno o dos carriles, sin estacionamientos adecuados, convirtiéndose en un caos automovilístico y por ende, las calles alternas son estacionamientos atroces obstaculizando las calles, las casas y éticamente amontonado; pero eso, es el simple reflejo de nuestras mentes, de quien planeó y tuvo la oportunidad de hacerlo.
Y qué decir de las zonas que se fueron ampliando más allá del plano original, fueron hechas con la idea del “Tablero de Ajedrez”, pero nuevamente con una visión que solo expresó el reducto de mentes poco visionarias de una ciudad en crecimiento: Avenidas angostas, que repentinamente se convierten en embudos, complicando la circulación; tal es el caso del famoso Arco Vial, que en determinado momento llegas a una curva que te reduce no solo velocidad sino que tiene altas probabilidades de accidentes.
Y qué decir de la calle paralela a la famosa avenida mal llamada: “Las Torres” (Av. Cancún) la que se denomina FONATUR, que es un flujo vial donde diariamente circulan cientos de coches que llevan a sus hijos a todos esos Colegios que ahí se han establecido.