Expertos en el show business, que me gusta más como farándula, los norteamericanos han sabido hacer del proceso electivo de sus gobernantes un extenso y mediático espectáculo que atrae los reflectores de la atención internacional. En nuestro país el interés público del suceso ha sido creciente en la medida en que los medios de comunicación se han universalizado, a tal grado que uno de los hechos destacables fue el altísimo grado de tráfico que tuvieron las redes sociales locales, los vínculos de muchos de nosotros, durante la noche de la elección en espera comentada de los resultados, como si fuera un asunto directo nuestro. Por razones obvias siempre ha sido de nuestra incumbencia pero lo sucedido en esta ocasión estuvo en otro plano.
Sin embargo, siendo la elección “madre” la presidencial y las de los Congresos, se le presta poca atención a “la otra elección” en la cual los ciudadanos norteamericanos se expresan, deciden, votan sobre temas de su interés más inmediato y directo dependiendo del estado en el que radiquen. Es la llamada Ballot Measures Election.
Temas como legalización, uso medicinal o recreativo de la mariguana, incremento de impuestos, derechos de caza, instalación de casinos, incrementos de salario mínimo, medidas punibles para criminales, estandarización de precios en medicinas, establecimiento de educación bilingüe, tasas de interés de capital y muchos más son puestos a la consideración plebiscitaria de los ciudadanos en boletas simultáneas a la elección principal. El resultado del sí o no deriva obligatoria para los gobiernos respectivos. Una práctica democrática que en nuestro país se ha negado reiteradamente. Tan imitadores que nos ponemos a veces.