Mientras las leyes tienen la función de instruir y la de restringir, éstas nos ayudan a mantenernos dentro de los límites de un comportamiento moral, por lo que ante cualquier momento que se deseara legislar los límites del comportamiento humano, se estaría legislando sobre la moralidad.
Y para aquellos que han comenzado este trienio a legislar bajo el principio de una moralidad, habrán entonces que tener presente que al estar haciéndolo no solo violentan el principio por persona de todo ciudadano quintanarroense sino también, el ejercicio pleno de sus derechos constitucionales, ya que la regla ética de la conducta de todo justiciable, no puede ser indiferente al derecho procesal al no establecerse como un deber la moralidad ya que precisa que el alcance del principio de la misma no puede provenir de las leyes sino de la naturaleza del ser humano y quizá para algunos de ellos un dios.
Aquí que el misterio entonces de la libertad que todos debiéramos experimentar y reconocer en los demás, surgiera de la necesidad de que se establecieran ideas que predijeran la conducta de los otros, misma que habitualmente aun la continua cumpliendo la moral enraizada del cristianismo pero que hoy los derechos humanos la han reemplazado.
En México la trascendencia de la salud reproductiva sigue generando gran cantidad de textos legales en el Derecho internacional encaminados al reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las personas, que a partir de la plataforma para la acción de Beijing de 1995 se estableció que estos debieran comprender ciertos derechos humanos ya reconocidos en leyes nacionales como en documentos internacionales sobre derechos humanos y otros documentos de consenso relacionados para dar base al reconocimiento del derecho básico de todas las parejas de decidir libre y responsablemente el número y espaciamiento de sus hijos como el de poder contar de información y medios para hacerlo con la finalidad de alcanzar el mejor estándar a su salud sexual y salud reproductiva, y sin tampoco sufrieran discriminación, coacciones ni violencia.
Considero entonces que la moral no debe seguir intentando dictar en Quintana Roo a quién podemos besar, a quién podemos amar, cómo debemos vestirnos, cuándo podemos tener hijos y cuántos podemos tener, incluso interrumpir legalmente un embarazo si este pone en peligro a la mujer o al producto no es deseado entre otros, ya que el cuidado de la salud sexual y reproductiva, la información y los servicios de planificación familiar, se deben reconocer no solo como una intervención clave que mejore la salud de las mujeres, hombres y los y las niños/as, sino también como un derecho humano.