Mientras que el presidente municipal de Benito Juárez, Paul Carillo de Cáceres, gastó más de 300 millones de pesos para cuidar su imagen ante la opinión pública, haciendo como que trabajaba, lo cierto es que se la pasó plácidamente en Villa Magna durante casi todo su gobierno, “delegando” sus funciones a otros.
No hay duda que el alcalde gozó del buen trato para que la gente creyera que se fregaba el lomo, pero los hechos dictan que la delincuencia y la violencia se apoderaron de la ciudad, en especial durante el último año, cuando se reportaron hechos violentos como nunca antes en la historia de Benito Juárez.
Así fue. Paul Carrillo siempre fue visto en grandes eventos, izando banderas azules, entregando útiles, abrazando niños, mientras que los agentes de la policía municipal se rasgaban las vestiduras tratando de conseguir recursos para ponerle unas gotas de gasolina a su patrulla y poder circular.
Al alcalde también se le vio muy serio, adjudicándose una y otra vez las obras de las avenidas principales de Cancún, realizadas éstas por el gobierno federal, y colocando enormes espectaculares que afirmaban que “Cancún ya no se inunda”, cuando justo por debajo de estos pasaban los ríos durante y después de la lluvia.
Y ahora resulta que el presidente municipal pretende que se le aplauda por –supuestamente- no haber incrementado la deuda de Benito Juárez, cuando la realidad es que tampoco hizo nada por este municipio.
Hoy hay mucho más delincuencia y violencia que hace tres años, hoy la movilidad en la ciudad está peor, hoy la calidad de vida en Cancún ha disminuido.
Julián Ricalde tampoco endeudó a Benito Juárez, él sí construyó calles con recursos municipales y no gastó tantos millones en su imagen.
