La palabra fácil tiene una clara relación con la palabra prostituta (prostituere), que significa “estar expuesto” “exhibir para la venta” siendo el oficio más antiguo de la humanidad y que siempre deja retribuciones positivas o negativas según les toque en la rueda de la fortuna a los involucrados. Normalmente conectamos la palabra con quienes buscan ganarse un dinero de manera fácil o por placer o sencillamente por necesidad.
Pero la prostitución no necesariamente tiene que estar vinculada con un placer sexual, muchas personas pueden prostituirse de diversas maneras y por diversas necesidades, en este periodo de campaña mucho se habló de venta de votos, de despensas regaladas clandestinamente, de dinero entregado para garantizar un triunfo.
Algunos denunciaron mientras otros lo hacían vilmente.
Esto nos dio la oportunidad de constatar que en toda sociedad siempre hay gente que va a prostituir su dignidad, que pueden fácilmente aceptar una despensa, dinero o favores a cambio de algo tan senci llo como entregar la credencial de elector; son personas que piensan que han ganado, que han triunfado, que tienen en su bolsillo dinero para gastar, que tendrán comida para tres días o láminas para su vivienda; finalmente no importa lo que se reciba, pues eso no soluciona la necesidad imperante, el dinero se va pues cumple su función para la cual fue hecho: circular.
La despensa se termina en menos de lo que canta un gallo y no se reproduce más y los favores electoreros muchas veces no se cumplen.
El pueblo necesita revalorarse en su dignidad, entender que nada puede lograr un cambio sólo la legalidad y dejar de vivir de engaño en engaño así mismo.
