Ahora resulta que existe una complicidad entre el gobierno de Remberto Estrada y el empresario Carlos Mimenza, que hay una red entretejida de intereses que han salido al descubierto después de que éste último diera a conocer un video en el que formaba autodefensas por Cancún.
Lo más interesante de todo es que el empresario ya venía dando palos de ciego tratando de difundir una serie de acusaciones y denuncias por las serie de corrupciones en el estado, que hasta con Carmen Aristegui fue a dar.
Lo absurdo de todo esto es que es bien sabido desde hace décadas que quien está enlazado a la política, o se salpica, se embarra o se hunde en la mierda; por mala ventura ya Maquiavelo (padre de la política), lo establecía en su famoso libro El Príncipe, donde no duda en establecer las reglas a seguirse por parte de quien quiera gobernar.
Ahora el señor Remberto está más metido en el ojo del huracán pero, eso no le afectará, estamos en una sociedad donde la permisibilidad no lleva a desenlaces fatídicos, donde se denuncia como un acto de una catarsis retenido desde hace décadas, donde los periodistas son tiro al blanco de cuantas bandas delictivas usted guste imaginarse, donde la ciudadanía vive a salto de mata ante el incremento de la criminalidad sin poder hacer nada.
Escoria, eso es exactamente el término correcto para quienes creen que detentar puestos políticos es sinónimo de un statu quo, de mantener una jerarquía muy elevada de los demás mortales, cuando en realidad, es pasar a ser el artífice responsable de las necesidades y carencias de la sociedad, es una responsabilidad que demanda mucho pero que por mala ventura, los que están en esa esfera, carecen de cualquier postura proclive a generar un bien social.