Desde hace años, los perredistas han acusado una supuesta alianza electoral tras bambalinas y la ha nombrado PRIAN, que no es otra cosa más que la unión de los partidos PRI y PAN. Algunos panistas se han defendido también aduciendo que son los perredistas quienes negocian a escondidas con el Revolucionario Institucional.
Pues serán peras o serán manzanas, lo cierto es que los priistas lograron algo muy importante, casi vital para la elección de junio en el Edomex: que no hubiera coalición entre el PAN y PRD.
Y es importante porque en esa entidad la gran mayoría del electorado es antipriista, por lo que, para poder competir, el PRI necesitaba fragmentar el voto, y lo logró.
De esta manera, el voto opositor se dividirá entre los candidatos del PAN, Morena, PRD, PT y un independiente. El hecho es que el voto dividido siempre favorecerá al PRI, porque en todo el país es el partido que tiene la mayor estructura. La prueba esta en la fórmula que utilizó el año pasado para ganar la gubernatura en Oaxaca.
Aún así, no se puede hablar que el Revolucionario Institucional sea el favorito indiscutible, pese a la importancia que tienen las elecciones mexiqueneses para darle vida a un partido que hoy se ve cansado, sin vida.
Está claro que la gente en México mantiene el interés en las elecciones del Edomex porque serán un termómetro de lo que pudiera ocurrir en 2018, más que por los resultados en la entidad.
Sin embargo, tampoco se puede soslayar la importancia que tiene esta entidad para el priismo, ya que es uno de los pocos donde mantiene una total hegemonía y sobre todo por el hecho de que es el estado del Presidente Enrique Peña Nieto. Perder la elección en el Edomex sería como un gancho al hígado para el mandatario nacional.