Ya decía Goffman que el “estigma” hace referencia a los atributos profundamente desacreditadores, mientras desde la sociología se contempla como el rasgo o comportamiento que tiene un individuo o un grupo de ellos dentro de otro grupo social donde son vistos como inferiores o inaceptables para ser tratados con menosprecio o discriminación y donde la edad adulta o el correr con los años llegan a ser motivo de “exclusión”. Esta situación permite el prever por sus primeras apariencias en qué categoría se halla un individuo y cual por sus atributos puede ser su “identidad social” solo para ser llevado dese los desacreditados como son las señales de su cuerpo, las minusvalías o sus deficiencias, hasta lo desacreditable y cuya diferencia se vuelve difícil no solo conocer sino volverse perceptible.
Ser gay contrae conflictos, pero ser gay y viejo contrae apuros terribles y miedos ante una comunidad a la que perteneció como joven y productivo siempre aceptado para que después con el venir de los años se vuelve inservible, se expulsa colocándolo dentro de un grupo “social invisible” donde solo puede ser asumido por los demás de su comunidad como un “gay asexual” en decadencia.
Si bien los hombre y mujeres heterosexuales parecieran tener ya un programa básico de vida preestablecido, la falta de un patrón de vida digno homosexual contrae consigo la adopción de estereotipos (no aplicables a todos los casos) que pueden resumir la concepción de todo gay en general sobre lo que envejecer implica para que por un lado solo termine aislado del mundo o correteando fuera del closet a un montón de jovencitos donde ambos factores se entrelazan y son comunes como su soledad como raíz del problema y el desprecio a consecuencia de su marginación.
En un estudio realizado a principio de este siglo, Beatriz Gimeno estimo que dentro de 50 años seriamos 2 mil millones de personas mayores en todo el planeta, donde el 22% de los habitantes del mismo tendríamos más de 65 años y donde aproximadamente 200 millones seriamos gays o lesbianas mayores creciendo en una sociedad cada vez más envejecida y vulnerable.
No sé si estará de acuerdo estimado lector, pero considero que las personas gays sufrimos de problemas y de discriminaciones específicas ligadas a cada edad de nuestra vida, siendo las más importantes las que se sufren durante la niñez, en la adolescencia y en la vejez, aquí que una sociedad gay se vuelve permeable como cualquiera otra a los mitos sociales donde esta vejez y su juventud como la de sus prejuicios, continúan desarrollando una subcultura ligada a la eterna juventud en la que los viejos no tenemos espacio y donde al igual que los heterosexuales no les gusta que los viejos existan y donde estos cada vez más por sus prejuicios anti vejez, les provoca repulsión. Si permitimos como comunidad LGBT continuar que los gays solo seamos sexo, seguiremos dando paso a que, en la vejez, su orientación sexual pase a ser un dato irrelevante y a desaparecer, tan solo persistiendo una figura desdibujada en la ignominia de la mente y de los recuerdos.
