A un año y medio de las próximas elecciones, se intensifica la desbandada de priistas acostumbrados a mamar de la ubre gubernamental, quienes sienten que este partido ya no tiene futuro y, por ende, nada que ofrecerles.
Y prácticamente todos voltean la mirada hacia Morena, luego de que Andrés Manuel López Obrador ha sido en Quintana Roo un ciclón “levanta votos” en los dos últimos procesos electorales para la presidencia de la República, no sólo obteniendo el triunfo de manera contundente en la entidad, sino que también arrastró el sufragio a favor de los candidatos al senado y diputaciones por el mismo partido.
Sin embargo, el locuaz tabasqueño bien puede ser víctima de sus desenfrenos, de sus ambiciones, pues el haber renunciado al PRD para así dividir a las izquierdas, le puede cobrar factura.
De ahí la disyuntiva que tiene el amo y señor de Morena. Muchos aseguran que esta fuerza política participará aliada con el PRD, sin embargo, esto sería tanto como vomitar sus propias palabras, al haber denostado una y otra vez a los dirigentes del sol azteca, al grado de, repito, renunciar a sus filas.
También son muchos los que creen que con el simple hecho de que El Peje se pare en Quintana Roo, la gente se rendirá a sus pies, no sólo por el fenómeno que representó el procesos anteriores, sino también por el merecido y anunciado voto de castigo hacia el PRI y el PAN.
Lo cierto es que en estos años, desde que fue creado Morena, este partido no ha sido capaz de formar cuadros, de tener gente representativa y conocida por la sociedad, por lo que deberá decidir si se alía al perredé o bien acepta a los muchachos ex priistas a los que tanto condenó.
