Estaba un día el equipo de inteligencia de Roberto Borge:
-Señor gobernador, señor gobernador…nos acabamos de enterar de una reunión que sostendrá Carlos Joaquín…¿La boicoteamos también? ¿Sí, señor? ¿Sí…?- Inquirieron los quedabien.
-¡Nooooo! No sean imbéciles, la reunión es conmigo…-respondió el todavía mandamás.
Así se dio la que quizá fue la única, o una de las pocas reuniones en el estado del hoy gobernador electo, Carlos Joaquín González, sin que sea boicoteado o esté lleno de informantes, de orejas …durante todo el gobierno borgista (incluso antes).
Y se dio como le gusta a Roberto Borge, de acuerdo a las tonalidades con las que gobernó. Todo en blanco o negro, sin matices. Todo en bueno o malo. Sólo que en esta ocasión a él le tocó ser el malo, al menos ante la opinión pública quintanarroense.
Pero ahora no tuvo los tamaños para imponer su máxima: “Estás a mi favor o en mi contra, y actuar en consecuencia”. No, esta vez se reunió con quien está en su contra, y muy en su contra. Y aún así, tuvo que hacer mutis y apechugar.
De esta manera se mantuvieron reunidos los dos gobernadores de Quintana Roo, los dos muy a la fuerza, ya que han sostenido una batalla desde hace más de seis años, cuando Carlos Joaquín pretendía la gubernatura y se la dieron al joven Borge, pese a que el primero estuvo siempre arriba en las encuestas.
Una batalla que no ha terminado y que, más bien, ahora le toca reír al del otro lado la moneda, a quien supo permanecer callado en la parte baja de la rueda la fortuna. A quien ahora le toca partir y repartir la baraja y sólo aclara a su contraparte que aquel que se lleva, se aguanta.