Mientras que un cristiano gay argumenta que Jesús habló en contra del divorcio y el adulterio, nunca dijo una palabra acerca de la práctica homosexual, aun cuando en su enseñanza sobre los eunucos refería que estos debían ser plenamente aceptadas por la iglesia sin que se esperara que cambiasen. En cambio la Iglesia siempre ha manifestado que Jesús reafirmó la moral sexual de la ley, afirmando que todos los actos sexuales fuera del matrimonio contaminaban declarando enfáticamente que el matrimonio como Dios lo planeó, refería a la unión de por vida entre un hombre y una mujer; y en cuanto a los eunucos―por nacimiento, por elección o por las acciones de otros, debían abstenerse de tener relaciones sexuales y del matrimonio como de tener vida sexual.
¿Cuál es, entonces, el argumento de que Jesús nunca abordó el tema de la práctica homosexual y, si hubiera sido tan relevante, como lo habría abordado con claridad?
Considero que nunca lo abordo por ser como hoy, un tema irreverente y sin fundamento bíblico, y quienes hoy continúan abordándolo con una doble moral solo insisten en asegurar que si los hay, asentando sus aseveraciones en discursos que para mí y para muchos no tienen ya fundamento alguno resistiéndose con ello a reconocer que en la tierra como en cielo la homosexualidad siempre ha sido una orientación sexual y no así su homofobia terrenal al negar ser un asunto de derechos y libertades.
