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noviembre 26, 2024

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Intocables y candidatos

A todas éstas, ¿cuándo se procede contra Virgilio Andrade Martínez, ex secretario cómplice de la Función Pública, quien pretendió abandonar el barco hundido del peñismo insostenible? Siquiera eso, por cobarde y tibio.

A todas éstas, ¿cuándo se procede contra Virgilio Andrade Martínez, ex secretario cómplice de la Función Pública, quien pretendió abandonar el barco hundido del peñismo insostenible? Siquiera eso, por cobarde y tibio.

El 13 de febrero pasado, en la Basílica de Guadalupe, observé venir, orondo y sinuoso –como la mala mujer que “te mira y se va de lado” de Pedro Infante en A Toda Máquina–, al tipejo Andrade. Y aunque el sagrado recinto me obligaba a permanecer callado y quietecito, no pude contenerme:

–Oiga… ¿hasta cuándo, señor Andrade? ¿Hasta cuándo va a cumplir con su deber?

El sujeto se acercó, pretendiendo tranquilizarme y qué bueno que lo hizo, porque así pude espetarle al rostro:

–¡Es usted un corrupto! ¡Corrupto, por decir lo menos!

Y respondió:

–Gracias por permitirme saludarlo –en franca huida–.

Creí que iría en busca de un confesionario pero me equivoqué. Salió a tomar aire fresco mientras esperaba, no al Papa, sino a su jefe peña. Tal es uno de los casos que explica la indignación de los mexicanos. Lo mismo con la permanencia de sujetos como Alfredo Castillo Cervantes, que de deportista sólo tiene su afán por otros juegos… de alcoba…

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Ya holló el suelo mexicano el miserable perro rabioso de Nueva York. Y la señora Hillary Clinton, acaso ofendida, y senadora por Boston, ha preferido abstenerse de hacer el viaje. Una ruleta en la que Peña lo perdió todo, incluyendo la última gota de vergüenza que le quedaba.

Me pregunto si ahora, en reciprocidad, van a desfilar hacia la Casa Blanca los aspirantes mexicanos a la Primera Magistratura: el “chino” Osorio Chong; la protagonista de la versión mexicana de la serie “esposas desesperadas”, Margarita; y el incansable e infartado Andrés Manuel. Sería muy divertido, la verdad, oírlos hablar en inglés.

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