El constante devenir de los acontecimientos globales y los movimientos financieros alrededor del mundo han ocasionado un creciente interés por colocar estratégicamente en ciertos mercados grandes capitales que presumiblemente operan en favor de intereses geopolíticos. El anterior supuesto se percibe en la introducción de capital privado en países emergentes que carecen del recurso propio para llevar a cabo inversión en infraestructura necesaria para cubrir las necesidades de su población. Lo que responde a la búsqueda de un control político y social que va más allá del interés económico.
Como ya he venido exponiendo en distintas ocasiones, en los últimos años la inversión extranjera directa ha aumentado en nuestro país, particularmente en Quintana Roo. Tan solo en 2017 se registraron en México flujos que ascendieron a la cantidad de 29,695 millones de dólares. Aunado a lo expuesto, gran parte de la inversión extranjera que llega a nuestra entidad se encuentra enfocada en el sector turístico, incrementándose también el interés de los capitales extranjeros por contribuir en proyectos de infraestructura.
Dicho lo anterior, resulta interesante abrir un espacio al análisis y a la reflexión. Nos encontramos inmersos en una época en donde capitales extranjeros buscan mercados estratégicos para invertir en proyectos que compartan réditos económicos y políticos. Dejando en un plano secundario el beneficio en el desarrollo del mercado y la población objeto. Existen numerosos ejemplos de las graves consecuencias que la anterior dinámica ocasiona en mercados emergentes.
Hoy más que nunca estamos abiertos a la globalización. La apertura económica y financiera ha generado grandes ventajas para el desarrollo del estado y del país. Pero resulta importante que la sociedad y el gobierno ejerzan un papel protagónico en el respaldo al desarrollo de la economía local. Bienvenida la inversión extranjera que genere crecimiento económico en nuestra entidad y coincida con nuestros planes de desarrollo. De no ser así, apelemos a la necesaria prudencia en nuestra aprobación o respaldo.