Comadres, cuñadas y suegras. Ahora resulta que en los estados en los que perdió el PRI la gubernatura es donde repentinamente se ha incrementado la violencia, y en el caso de Quintana Roo, este disparate llega más allá, al señalar que cada vez que se lanza una acusación contra el ex mandatario Roberto Borge, la delincuencia arremete.
Tal teoría se escuchó por primera vez cuando no supieron cómo repeler la balacera en la Fiscalía del Estado, en Cancún, y se lanzó la versión oficial casi cinco horas después de ocurridos los hechos.
“Es que estamos combatiendo a los delincuentes y esto es parte de la ofensiva de las anteriores autoridades”, fue más o menos el increíble pretexto que emitieron desde la entonces vocería, luego de ser rafagueado el inmueble de la Fiscalía.
Lo cierto es que para estas nuevas autoridades, en Quintana Roo como en Veracruz, Chihuahua, entre otras, la seguridad ha sido una papa caliente que no pueden tomarla en sus manos, que les quema.
La seguridad es una de las obligaciones primordiales y simplemente no hallan la forma de hacerle frente a los grupos delincuenciales, mismos que se les han salido de las manos.
Nada tiene que ver la anterior administración, a la cual pueden culpar por los malos manejos financieros, por malversar recursos, por innumerables cuestiones, pero no por encabezar y dar órdenes a quienes mantienen el estado bañado en sangre. Es ridículo.
Que no pretendan insultar la inteligencia de los quintanarroenses, y más bien que se pongan a trabajar en lo verdaderamente importante para la población y para el turismo, como es la seguridad.
En materia de seguridad, es tiempo de que se recurra a un sastre para que les arreglen el traje, el cual, está visto, les ha quedado demasiado grande.