Para aligerar nuestras arterias viales, la estrategia es sencilla: los empleados ubicados en los últimos hoteles, es decir, allá por los kilómetros 13 al 20, podrían tener entrada de 6 am y cubrir sus turnos de ocho horas, saliendo a eso de las 2 pm, momento en el que ya estaría entrando el siguiente turno, el cuál saldría por ahí de las 10 pm y finalmente, el del horario nocturno.
Si pensamos de la misma manera para los hoteles ubicados en los kilómetros 12 a 8 y los de 7 a 1 km, pero con horarios de entrada de 7 y 8 am respectivamente, permitiría que se movieran masas en diferentes momentos, circulando más libremente, obvio que la carga vehicular estaría más constante durante el día pero no en la misma medida.
Por un lado, permitiría que los empleados se encuentren menos tiempo dentro del transporte que les lleva de su casa al trabajo y viceversa, lo que les puede dar la oportunidad de convivir más con su familia, de tener más tiempo para dedicar al arreglo y disfrute de sus hogares, de ver a sus niños en edad escolar y colaborar en sus tareas y actividades pendientes. Si bien es sabido que trabajar para la industria hotelera es esclavizante, hay que encontrar opciones que ayuden a la problemática de nuestra sociedad, de la cual muchos tocan los escabrosos temas de: moral, responsabilidad, honestidad, honradez, entre otras más.
Si no se pueden hacer cambios que ayuden a fracturar menos a nuestra sociedad, que ayuden a fortalecer los lazos familiares, que permitan que los empleados dispongan más tiempo para ellos y sus familias, así como alivianar nuestras calles y avenidas, entonces el caos continuará siendo irreversible.