Un helicóptero militar fue puesto al servicio del senador Emilio Gamboa Patrón para ser llevado a jugar golf con el ocupante de Los Pinos, Enrique Peña Nieto. Palos y arreos de ese deporte, considerado de élite, practicado por millonarios, fueron subidos a la nave aérea, aunque el propio político yucateco dijo que no eran de su propiedad.
Gamboa aseguró que el uso de recursos públicos para lúdicos fines personales no era tal, pues el traslado correspondía a una invitación de Peña Nieto para una sesión dominical de trabajo, en cuyo intermedio se permitieron el gusto de pegarle a una bola con la intención de introducirla a numerados hoyos con la menor cantidad de golpes que fuese posible. Trabajaron, jugaron y volvieron a trabajar. Duro el ejercicio de gobernar, en un caso, y de legislar y aconsejar, en el otro.
No sería la primera ocasión en que, en este sexenio, es fotografiado el uso de vehículos oficiales para asuntos personales. A finales de marzo de 2015 fueron difundidas las gráficas, tomadas por un vecino, que mostraban un helicóptero de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) siendo utilizado para transportar familia y maletas de David Korenfeld Federman, funcionario de todas las confianzas de Peña Nieto. Korenfeld y familia se dirigían al aeropuerto de la Ciudad de México para un viaje de índole privada. Días después, ese personaje tuvo que renunciar a la dirección de Conagua.
A inicios de octubre de 2016, el propio Gamboa Patrón vivió otro episodio polémico, cuando el helicóptero en que viajaba aterrizó en uno de los arrecifes del Área Nacional Protegida denominada Alacranes, frente al puerto de Progreso, en Yucatán, tierra natal del político que desde la secretaría particular de Miguel de la Madrid ha ido hilando cargo tras cargo en la política nacional.
El escándalo de aquella ocasión no se redujo al daño ambiental: muy sugerente de tráfico de influencias y corrupción fue el hecho de que el organizador de ese viaje haya sido el empresario Emilio Díaz Castellanos, a quien se reputa en aquellas tierras como prestanombres de Gamboa Patrón. Además, iba a bordo el coordinador de puertos y marina mercante de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (santuario de honestidad, esta secretaría, a cargo del límpido Gerardo Ruiz Esparza, el Señor de los Socavones). El tufo a negocios irregulares, como se ha dicho, iba más allá del hecho en sí del aterrizaje en una zona prohibida.
Pero, de vuelta al vuelo de Gamboa para reunirse con Peña y jugar golf, ha de revisarse el tema que habría propiciado esa reunión dominical, según lo declarado por el yucateco (quien trabaja para que su hijo Pablo, actual diputado federal, sea candidato priista a gobernador de Yucatán, como Manlio Fabio Beltrones lo hace para que su hija, Sylvana, también diputada federal, llegue a gobernar Sonora). El tema habría sido la renuncia de Raúl Cervantes Andrade a la Procuraduría General de la República y, al menos en una primera lectura, a su posibilidad de ser un fiscal general de la nación por los próximos nueve años.
Gamboa, convertido en consejero alterno de Peña Nieto (el consejero en jefe es Luis Videgaray Caso), ha cumplido con tareas especiales como, por ejemplo, acotar (por evidente encargo superior) la baraja de aspirantes priistas a la presidencia, pues el pasado 24 de agosto hizo saber a los medios que eran solo cuatro los personajes con viabilidad: Meade, Narro, Nuño y Osorio.
Ahora, la larga experiencia de Gamboa en retorcimientos y cambalaches podría haber servido (de ser cierta la versión de que el golf tuvo como juego principal el del análisis político) para definir alguna ruta tramposa que termine metiendo la pelota del “fiscal carnal”, con otro nombre y apellidos (ya no Raúl Cervantes Andrade, ha de suponerse), en el hoyo negro de los arreglos en el Senado ampliamente dominado por el “pastor” Gamboa Patrón, aunque el logro se realice con más golpes golfistas de los deseados.
De entrada, el jugador Peña ha hecho saber que el juego podría llevarse más tiempo del previsto, tal vez pasadas las elecciones de 2018, pues actualmente la efervescencia y las prisas poco ayudarían a procesar adecuadamente esa delicada designación. El mexiquense dijo que la elección, ahora, de ese Fiscal General de la Nación estaría “secuestrada” por la política (¿el propio Cervantes podría ser aspirante “ciudadano” a liberador de ese secuestro, después de los comicios?).
Este fracaso de Cervantes Andrade es el segundo al hilo. No pudo ser instalado como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un primer intento que, en cambio, sí permitió instalar a otro servidor del priismo, Eduardo Medina Mora. Ahora, el retiro del llamado “fiscal carnal” podría ser a cambio de la aprobación legislativa para que ocupe uno de los asientos de esa Corte, que quedarán disponibles en fecha próxima, un #MinistroCarnal. También es probable que el sacrificio del citado Cervantes sea a cambio de votos de la “oposición” para aprobar, por ejemplo, la Ley de Seguridad Interior. El helicóptero, el golf, Gamboa y Peña, la declinación de Cervantes y la ambición de los “opositores” institucionales son materia más que sugerente para elaborar platillos de negociación, a conveniencia de facciones, en los hornos legislativos.
Para cerrar el mundo del absurdo en la política mexicana, el golfista Peña Nieto ofreció ayer una declaración muy aplaudida por personajes como el citado secretario Ruiz Esparza, de la SCT: “A cualquier cosa que pasa hoy en día es por la corrupción. Sí, casi casi: si hay un choque acá en la esquina… ‘ah, fue la corrupción. Algo pasó con el semáforo. ¿Quién compró el semáforo que no funcionaba?’. Eh… hemos tenido los ejemplos de socavones. Pues, a ver, pasan en todas las partes del mundo. Uno señalado. Pero ha habido varios más. Y ahora vimos estos sismos. Y detrás de cada evento quieren encontrar un responsable, un culpable, y siempre decir ‘es la corrupción’, cuando no siempre asiste el que está detrás de un evento, o la consecuencia de algo tenga que ver la corrupción”. ¡Hasta mañana!