Preparada con apuros está lista; le brilla el filo a la guillotina. Le van a cortar la cabeza al ingenioso “estratega” que tuvo la ocurrencia de poner a circular el añejo y descontextualizado video de Carlos Joaquín advirtiendo con decapitar a los traidores.
Ni la burla perdonan. Una ofensa más a la inteligencia de una sociedad que ha venido siendo humillada y tratada como retrasada.
Es de uso común en el mundo laboral -especialmente en la administración pública- que cuando alguien pierde la chamba se diga coloquial, en sentido figurado, que “le cortaron la cabeza”. Ni quien se inmute por eso. Ni quien piense en los Jacobinos, en el Estado islámico o en las ejecuciones sumarias del crimen organizado.
¿Qué de extraño hay, entonces, que una autoridad le advierta a sus subordinados ¡sobre todo policías! que si traicionan a las instituciones los va a echar, los va a correr, les va a “cortar la cabeza” o sea, los va a “decapitar”.
Claro está, son ganas de fastidiar en la guerra sucia de la campaña. Vergonzosa la actitud de los medios e individuos que lo reproducen con una interpretación fantasiosa y, por ello mismo, nada creíble.
¿De verdad creen que por haberlo soltado al cuarto para la hora están sembrando en la gente el miedo y la desconfianza? Me juego la apuesta de que es todo lo contrario: le han subido la preferencia al que quisieron dañar. Ya deben estar midiendo la opinión pública.
Su problema es que soltaron a los jilgueros, se volvió bola de nieve (“viral” le decimos ahora) y no les va a dar tiempo de detenerla. Se los va a tragar. La diversión de los “memes” de Carlos Joaquín en calidad de verdugo no pasa de eso. Hay carácter. En todo caso, es premonitoria. ¡Que decapiten al de la brillante idea!