La adopción es la manera de formar una familia, donde el matrimonio logra integrar como miembro a un niño o una niña que no son biológicamente suyos, pero su objetivo se vuelve básico a que estos salgan de su estado solitario y donde conscientemente saben que no tienen padres para llegar a un lado donde su nueva familia se encargue de otorgarles su derecho a recibir amor, su derecho a tener una nueva vida, a la educación, a su felicidad y a desarrollarse en un espacio familiar.
Para cualquier niño es importante encontrarse en un núcleo familiar, por lo que la finalidad de la adopción es eso, el darle a un niño o niña la posibilidad de pertenecer a un seno familiar; sin embargo la adopción por parte de parejas gay continúa siendo un gran impedimento para que algunos de estos niños que necesitan una familia y que se encuentran en refugios sepan lo que significa tener “papas”.
Que algunos sectores de la sociedad vean este hecho mal, no es más que el prejuicio dentro de la misma que aun piensa que tal vez el niño puede cambiar sus preferencias por la única razón de que el resto de su vida vivirá con una pareja de dos hombres o dos mujeres, sin embargo, ante esta amenaza evidencian hoy con estudios que las opiniones varían según la sociedad, las personas que habitan en ella y las investigaciones científicas, ante la cual se tienen distintas posturas.
A pesar que la ciencia tiene mucho que aportar, nuestro nuevo Congreso deberá debatir de nuevo sobre matrimonios homosexuales y adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo y quienes deberán aprobar reformas en estos temas luego de que los diputados salientes se vieron temerosos y timoratos a la crítica ciudadana.