Son los únicos. Y también los primeros. Porque otros no se han encontrado.
Y no nos extrañemos si de los golpes pasan a mayor violencia.
La confrontación es vital. Va más allá de lo político. Y lleva mucho tiempo construyéndose. Tal vez, el mayor instigador de esto haya sido Roberto Borge. Son afrentas que se multiplicaron y se fueron fortaleciendo con el paso del tiempo.
Con la llegada al poder de Carlos Joaquín este sentimiento, de un mundo dividido entre los buenos y los malos, se hizo viral. Los que ganaron la elección, muchos de ellos, se erigieron en dueños de la verdad absoluta. Puede ser que lo sean, que esas verdades tengan peso hasta jurídico, pero eso no ayuda a la sensatez, al equilibrio, a la armonía, al contrario.
Esa es la realidad. Una permanente confrontación entre quienes cayeron en la desgracia política y quienes tienen el poder.
De ahí derivan los golpes entre Julián Ricalde y Félix González Canto.
¿Debió el ex gobernador golpear a Ricalde? La escena parece sacada de un cuento de García Márquez. En realidad el “tuit” de Ricalde era muy divertido. Y debió leerlo con sentido del humor. ¿Qué esperaba Félix? ¿Es que no ha escuchado los discursos oficiales, no se ha enterado de que Borge está detenido, no sabe lo que se dice en los pasillos del poder?
Ricalde lo llamó, con elegancia, citando a Juan Manuel Serrat, “villano” y también “gusano” … Fue una metáfora divertida que debió haberse contestado en redes sociales. Félix optó por golpearlo…
Quiero creer que en realidad Félix, como muchos otros, quería darle una cachetada a la realidad. Es decir, a que ellos, los que fustigaron e insultaron, están en el poder. Ellos, todos, mandan. Y al mandar quieren, pueden, aplastarlos como cucarachas.
Que a estas alturas de la historia sea tan difícil de aceptar, sorprende. Cada día de este primer año de gobierno, han demostrado que ellos mandan. Y que el poder permite, en muchos sentidos, devolver los golpes recibidos.
¿Dónde está el verdadero dilema? Supongo en que no supieron ganar la elección. De haber ganado, todos, Félix no tendría que andar dando el espectáculo de “agarrarse” a golpes como adolescente sobrado.
Lo cierto es que el senador, recordemos que eso es Félix, un representante de los quintanarroenses, convirtió el aniversario 43 del estado, algo tan importante, en un escándalo.
Me dicen que el desayuno fue un evento privado… y me dan ganas de reírme porque en Quintana Roo no hay eventos políticos donde asistan más de 10 personas que sean privados. La torpeza de mantener estos “eventos” fuera de los periodistas, como si alguno de nosotros quisiéramos un desayuno infame y frio, queda de manifiesto con la publicitación de la pelea. Para que la señora Haide Serrano entienda que aislar al gobernador no se traduce en borrar las noticias.
¿Se estropeó la fiesta de aniversario? Diría que se borró la intención de celebración, e incluso la de sumar contrarios. Porque es obvio que Félix recibió una invitación oficial para asistir que solamente puede provenir de la intención del gobernador.
Hay que insistir, es el primer pleito a golpes. Pese a las expresiones del gobernador Carlos Joaquín en ese sentido, todo indica que “pasará a mayores”. Y no solamente entre ellos…
