He aquí navegando en las perversidades políticas, a propósito del 43 aniversario de la conversión de Quintana Roo de Territorio a Estado, la segunda celebración que corresponde al gobierno del cambio; y es que el senador Félix González Canto, experto en generar escenarios en su favor para victimizarse, protagonizó ayer un escándalo al propinar un delicada cachetada al Secretario de Desarrollo Social, Julián Ricalde, quién a la provocación respondió con tres duros y certeros puñetazos en el rostro del ex gobernador, quien desencajado montó en pánico escénico y no le alcanzaban sus zancadas para escapar del lío en que se metió.
Cuentan los caballitos de mar, que, al concluir el desayuno por los festejos en el Centro de Convenciones de Chetumal, el Legislador ipso facto fue a la mesa donde estaba Julián Ricalde con otros secretarios para propinarle una delicada cachetada con el consabido (hay dos versiones): “a mí me respetas pend…”, “a mí no me insultas hijo de pu…”. En apariencia, en respuesta al twitter que el ex alcalde de Cancún subió a las redes en el mismo momento en que Félix González saludaba al gobernador Carlos Joaquín González, a su primo y enemigo político. Eso le costó al senador recibir tres duros y certeros puñetazos que lo hicieron trastabillar y agarrar una silla para defenderse, pero también fue sujetada por el perredista, para que después fueran separados por secretarios y miembros de la Ayudantía del mandatario.
Dice el twitter a la letra, parafraseando una pieza poética, crítica y musical, la canción “La Fiesta” del español Joan Manuel Serrat: “Hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importar la facha @Noticaribe”. Sin duda, Julián Ricalde con ironía y agudeza se refiere al saludo como un eventual inicio de relaciones entre el bien y el mal con miras a negociaciones o pactos políticos. Por añadidura, cuestiona el apretón de manos, en el que de acuerdo a la expresión corporal, el gobernador refleja diplomacia e inclusión política, y Félix González proyecta control sobre el mandatario por la forma en que estrecha las manos y lo sujeta, de acuerdo con los códigos del lenguaje corporal y la imagen política.
Encarar personalmente, y menos con agresión física, no es el estilo de Félix González; por el contrario, siempre usó la expresión verbal y corporal amigable, de liderazgo y política, y ajustó cuentas a propios y extraños en el ostracismo, en la obscuridad, tras bambalinas. Este giro de 180 grados sólo responde a una estrategia para girar los reflectores hacia él, como cortina de humo luego de un mes de desventaja y negativos en la escena política y mediática, lo que originó la demanda ante la PGR de la Asociación Civil Somos Tus ojos, a propósito del despojo a Quintana Roo de su erario, de la transacción fraudulenta de terrenos y en general de la corrupción que tiene preso en Panamá y en proceso de extradición a México a su guiñol político, Roberto Borge Angulo.
Félix González, siempre supo lo que hacía hoy en el desayuno por los festejos de Quintana Roo como estado libre y soberano; desde el saludo al gobernador Carlos Joaquín tenía todo planeado, hasta la provocación a Julián Ricalde, para victimizarse, crear una cortina de humo ahora que es investigado y está en riesgo de no hacerse de una candidatura a Diputado Federal, y desde luego tener de su lado los reflectores, para su posterior cínica disculpa en Twitter: “Creo en el respeto y en la prudencia, por eso ofrezco una disculpa pública a mis paisanos quintanarroenses por los hechos de esta mañana”. Basta recordar cuando en el proceso electoral anterior destruyó propaganda de Carlos Joaquín González; todo fríamente calculado.
Félix González, se aplicó: desayunas, cacheteas y te vas. Pero no contempló salir noqueado de la pelea que provocó, y tampoco que la precepción ciudadana es en favor de Julián Ricalde, por lo menos en la capital política, en Chetumal. Muchos quisieron hoy ser Julián Ricalde.
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