Hoy se cumplen 47 años de la fundación de Cancún, en esta ocasión no es mi objetivo detallar sobre los pormenores de lo que sucedió en aquel tiempo, ni mucho menos si fue planeando o no. Por ahora, solo hablaremos de los dolores que aquejan a la ciudad, que dicho sea de paso, apenas tiene edad para su primera generación. No tocaremos tampoco el problema de inseguridad que se vive en este destino turístico, ni la manera en que las autoridades planean combatirlo; no diré nada sobre la devastación que sufre la flora y la fauna en nombre del progreso, me quedaré callado. Pero lo que si quiero expresar, es la manera en la que los que vivimos en esta tierra le estamos dando en “la torre”, la estamos agotando, asfixiando, asesinando poco a poco sin que nadie haga algo para impedirlo. Le pongo en contexto. Digame estimado lector qué cultura e idiosincrasia hemos abrazado; expliqueme cuál es nuestra reacción cuando observamos los tiraderos a cielo abierto que los vecinos de una región o colonia crean en los terrenos baldíos. Quisiera saber cómo detenemos la corrupción policiaca que hay en las calles y en las dependencias de procuración de justicia. Eso no es Cancún, está muy por encima de la mezquindad con la que algunos actúan. Si usted es de los que promueve el amor a esta tierra, seguro estoy que da buenos ejemplos a sus hijos para no tirar basura en la calle, para no pasarse el alto, para ser cordial al manejar; para dar el paso al peatón, para respetar al que va en bicicleta o triciclo. Recuerde que los hijos muchas heces imitan el actuar de los padres. Está bien que el ochenta por ciento de los que habitamos esta tierra venimos de muchas partes del país y del extranjero, pero ya es tiempo que empecemos a formar identidad entre nosotros y nuestros hijos. Es tiempo de cuidar el medio ambiente, de limpiar el tramo de calle donde vivimos, de defender como se debe el terruño que nos adoptó y en el que decidimos vivir. Defendamos a Cancún de los que quieren verlo derrotado, que en el Aniversario 48 podamos decir que los cancunenses tenemos una identidad.
