La expresión de género es la manifestación externa de los rasgos culturales que permiten identificarnos como personas, ya sea de forma masculina o femenina conforme a los patrones considerados propios por una determinada sociedad y en un momento histórico determinado sin importar como nos identificamos. Comúnmente consideramos que la expresión de género es un espectro en donde un lado está ocupado por lo femenino, tradicionalmente atribuido a las mujeres y del otro lo masculino, habitualmente relacionado con los hombres y no así la identidad de género que alude a otras cosas, y a la manera en que nos estamos asumiendo a nosotros mismos independientemente de cómo nos perciben los demás.
Ante el avance de los derechos humanos durante la reforma constitucional del 2011, al hablar de diversidad sexual no podemos seguir referenciándola solo a las diferentes formas de expresar el afecto, el erotismo, el deseo o las prácticas amorosas y sexuales entre las personas, ya que al continuar haciéndolo limitamos el concepto solamente a las relaciones de pareja entre hombres y mujeres, dejando fuera a la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad a las que debemos de incluir por ser la identidad de género en cada una de estas, independiente al sexo con el que se nace y a las condiciones que viven.
De acuerdo con los Principios de Yogyakarta, la identidad de género refiere, a la vivencia interna e individual del género de una persona al sentirlo profundamente a través de su vestimenta, el modo de hablar o sus modales los cuales pueden corresponder o no con el sexo asignado al momento de su nacimiento o a la vivencia personal que asume del mismo, o al igual al estar involucrando modificaciones a su apariencia o función corporal sean estas ya por medios quirúrgicos o de otra índole siempre y cuando sean libremente escogidos.
No hay que olvidar estimado lector que para ejercer nuestra sexualidad y nuestros afectos existen también otras formas de expresarlos, pues al ser nuestra identidad de género muy independiente a nuestro sexo con el que nacimos y a nuestra orientación sexual con la que vivimos, esta se vuelve el concepto propio que tenemos de nosotros mismos y de nuestros sentimientos como seres sexuados al conllevarlos entre el cómo vivimos y sentimos nuestro cuerpo desde una experiencia personal y del ámbito público, pues que se tratan de formas individuales e internas de cómo vivimos de manera independiente del género sin que este corresponda o no al sexo con el que nacimos, por lo que no olvidemos que la expresión de género siempre es independiente del sexo bilógico, la identidad de género y nuestra orientación sexual.
