Las tragedias de los mexicanos suelen ser extraordinarias oportunidades para el incremento del capital personal de políticos y funcionarios mexicanos. A ríos revueltos, inundaciones, incendios, hambrunas y catástrofes varias, ganancia de los “gobernantes”, siempre especializados en la pesca. Las urgencias del momento son aprovechadas para disponer de partidas presupuestales especiales, hacer compras presurosas sin respetar los mínimos (e igualmente violados) requisitos de las licitaciones públicas y jugar malabares contables con cargo a la supuesta perturbación del orden administrativo para enfrentar los momentos socialmente críticos.
El sano y valioso espíritu de solidaridad que aún provocan en los mexicanos las desgracias como las derivadas del reciente sismo histórico también se topan con la delictiva distorsión del interés público por parte de esos funcionarios y políticos. El abanico de criminalidad institucional va de la apropiación lisa y llana de los bienes enviados a las víctimas de las tragedias, hasta el almacenamiento faccioso para utilizar determinadas mercancías para posteriores promociones partidistas y electorales (con frecuencia, esos almacenamientos terminan en la putrefacción de alimentos y el deterioro grave de mercancías) o, como ha sucedido en Veracruz, para el clientelismo electoral directo.
En esta heroica y mártir entidad, un funcionario, Rafael Abreu Ponce, jefe de la oficina operadora de la Comisión del Agua del Estado de Veracruz, en Coatzacoalcos, organizó la entrega de ayuda a damnificados en vehículos y mediante bolsas de plástico con distintivos gráficos de una presunta asociación civil, “Yúnete”.
El sentido de aprovechamiento electoral de las circunstancias trágicas es evidente: además de usar el blanco y azul que distingue al partido en el que en esta ocasión milita el actual gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares (@yoconyunes, en Twitter), se juega con el primer apellido y la convocatoria a unírsele: Yúnete. Esa combinación beneficia al actual mandatario estatal y, además, a uno de sus hijos, Fernando Yunes Márquez, senador con licencia que actualmente preside el municipio del puerto de Veracruz, y a Miguel Ángel Yunes Márquez, expresidente de la conurbada Boca del Río, quien ahora está en espera de ser candidato panista a la gubernatura de seis años cuando, en 2018, su padre deje la minigubernatura en curso. Todo en familia, así que… ¡Yúnete! (Ah, por cierto, Yunes papá negó ayer rotundamente cualquier implicación en el asunto de la mencionada “asociación civil” de futurismo electorero; juró que él sería incapaz de una jugada tan infame).
En Chiapas, para dar otro ejemplo, el verde gobernador, Manuel Velasco Coello, se organizó una expedición propagandística en compañía de su esposa, la actriz y cantante conocida como Anahí. Escenas dramáticas, llanto femenino y diálogos susceptibles de videograbación con algunos de los dañados por el mencionado sismo.
En Tabasco, donde la afectación también es cuantiosa, aún se recuerdan las maniobras de Andrés Granier, quien fue gobernador de esa entidad de 2007 a 2012 y supo aprovechar las terribles inundaciones, que comenzaron en octubre de 2007 y fueron calificadas como las peores de la historia estatal y el inicio de las grandes catástrofes en México en el siglo en curso. La enorme bolsa de dinero público de la que se hicieron Granier, algunos de sus familiares y funcionarios allegados, se nutrió de ese tipo de manejos “urgentes” y los posteriores programas de rehabilitaciones (en Guerrero, por ejemplo, esas promesas gubernamentales de ayuda a los damnificados solo duraron algunas semanas, para caer luego en el más descarado incumplimiento).
La historia presupuestal de Oaxaca está ligada invariablemente al uso de los recursos públicos para el control político, la operación electoral y el enriquecimiento de los principales personajes. En ese contexto, las tragedias, como la que afecta sobre todo a la zona del Istmo, resultan oportunidades extraordinarias para los fines arriba mencionados. Si fueran expropiadas las fortunas malhabidas de la inmensa mayoría de los exgobernadores de Oaxaca, y de algunos de quienes han ocupado cargos importantes en esa entidad, se tendría dinero suficiente para reconstrucciones y rehabilitaciones.
Otra faceta dolorosa de la gran descomposición nacional es la pillería ciudadana, aún en circunstancias que deberían ser especialmente respetadas. Un camión de mudanzas, que llevaba a Juchitán ayuda para los damnificados, se volcó en un tramo de la carretera Puebla-Orizaba y decenas de personas y vehículos participaron en un saqueo de las provisiones.
Astillas: Miguel Ángel Mancera ha soltado una serie de seis videos de promoción de su paso por el gobierno de la Ciudad de México. Así, se muestra como cocinero, deportista, padre de familia, constitucionalista e incluso alguien que, dice, no quiere ser político. Tan no lo es, que el mes próximo dejará el cargo para buscar la candidatura del frente amplio a la Presidencia de la República… Por cierto, la Ciudad de México requiere una profunda, profesional y confiable revisión de las estructuras de edificios públicos que podrían haber sido dañados por el reciente sismo. Que no se dejen bombas inmobiliarias para posteriores estallidos, debido a las prisas de Mancera por irse a la grilla “grande” (aunque insiste en desmarcarse de lo político, al estilo porfirista que proclamaba menos política y más administración)… Y, mientras la Comisión Federal de Electricidad confirma su condición de “empresa de clase mundial”, con el apagón de ayer en varios municipios de Nuevo León, Tamaulipas Chihuahua y Coahuila, ¡hasta mañana, con Luisa María Calderón, hermana de Felipe, exhortando a que la esposa de éste (Margarita Zavala, cuñada de la senadora a quien apodan Cocoa) sea la candidata presidencial de Acción Nacional (“Es una ‘galla’, se llama Margarita, así es porque conoce todo este país, porque conoce la problemática de este país”)!