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noviembre 27, 2024

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El suegro, la esposa y la amante

Jesús Antonio Macías Yazegey dejó Coatzacoalcos, Veracruz, dos semanas antes de que Miguel Ángel Yunes Linares rindiera protesta como gobernador de Veracruz. Se quejaba de hostigamiento policiaco desde que había huido del estado su yerno, Javier Duarte de Ochoa, a quien se acusaba de gran corrupción y de otros expedientes criminales. Su nueva residencia quedó instalada en Chiapas (bajo gobierno del amigo verde, Manuel Velasco), a un lado de Guatemala, el país a donde luego se supo que había escapado Duarte de Ochoa.
Tony, como suele ser llamado, es padre de Karime Macías Tubilla, la cónyuge de quien fue gobernador y ahora espera en una cárcel de la Ciudad de México a que sus amigos, todavía en el poder federal, le abran en un plazo mediano las puertas de la libertad. Tony acumuló riqueza bajo constantes acusaciones de contubernio con los políticos (ah, por cierto, ganó un premio de 50 millones de pesos en el sorteo de la Lotería Nacional del último día de 2009; suerte prodigiosa, como la de Fidel Herrera Beltrán, quien ganó varias veces esos premios de la vandería, perdón, de la lotería).
Karime, por su parte, ejerció durante la gestión de Duarte un papel fundamental en cuanto al acopio y administración de riqueza correlativa al ejercicio político, al control de los negocios públicos, a la estela de corrupción que propició su marido. Partícipes del saqueo veracruzano han atribuido a la señora Karime un rol activo y decisivo, no involuntaria ni sometida, sino cómplice y beneficiaria, nunca una acompañante distante o ignorante de lo que sucedía.
Tony y Karime están en libertad y en pleno disfrute de las fortunas acumuladas (a pesar de que, por ejemplo, el citado Yunes Linares, en campaña electoral y acompañado de una entusiasmada Margarita Zavala, prometió meter a la cárcel al suegro incómodo del cuasi sexenio duartista y obligarlo a que devolviera terrenos y ganancias obtenidas de manera ilegal). Como historia siciliana, la familia y sus negocios han quedado a salvo, a cambio de que el personaje central, llamado Javidú, cumpla el rol establecido en la farsa justiciera diseñada y producida por Los Pinos, una firma de ficción política entre copas (de árboles, obvi).
Esos libretistas decadentes (en específico, sus corresponsales jarochos asociados, la familia Yunes, que juega su propio partido, pero en la misma liga de Los Pinos) tal vez detectaron los enojos y especulaciones en la opinión pública que ha causado la evidente protección a la familia política de Duarte de Ochoa, en especial a la esposa que se declaró, en obsesión por escrito, como merecedora de abundancia (y que ahora busca el divorcio, con la consecuencia jurídica de poner la mitad de la fortuna conyugal a salvo de la suerte judicial de Javier).
Y, entonces, ha aparecido un capítulo novelesco extra con cargo a un juzgado del fuero local: la novia, la amante. Un personaje que debería ser, cuando mucho, de relleno, con una historia plural de relaciones amorosas y un punto de referencia dramático, como fue el asesinato de su esposo, electo para ser presidente municipal. Dominga Xóchitl Tress, que tal es el nombre de la recién encarcelada, habría recibido regalos de Duarte de Ochoa (una camioneta de lujo y un departamento en Santa Fe, en la capital del país), por una cantidad que en sí misma merece airada atención pública y justa indagación y castigo judiciales, pero en el contexto del enorme y casi sexenal banquete de corrupción de los Duarte-Macías, es apenas un botón de muestra. Sin embargo, el tema ha sido puesto bajo los reflectores para simular que hay vocaciones justicieras cuando, en realidad, lo que hay son pactos de silencio, arreglos mafiosos y valores entendidos respecto a La Familia, aunque en el camino caigan piezas “amorosas” alternas.
Manlio Fabio Beltrones fue el protagonista central de una comida del grupo de diputados federales priistas que él coordinó en la 62 legislatura (2012-2015). Este lance forma parte del intento de posicionamiento del político sonorense rumbo a la asamblea nacional priista y, en consecuencia, rumbo a la designación peñista del siguiente candidato presidencial. Beltrones hace presencia para algo negociar, a sabiendas de que el grupo de Peña y Videgaray necesitan una asamblea colaborativa, para que la carta priista de 2018 pueda ser un “simpatizante” o “externo”, en cuya clasificación podría estar José Antonio Meade Kuribreña.
Como suele suceder en estos escarceos, algunas líneas discursivas llevan acentos ambiguamente sugerentes de que cierta conflictividad puede escalar, si no son atendidas las necesidades de los quejosos. Beltrones, por ejemplo, reivindicó que ese grupo de diputados aprobó las reformas peñistas y dijo: “Sabemos que las reformas han avanzado a ritmos desiguales” (¿unas, requete bien, y otras, nomás muy bien?) y “tengamos claro que en toda circunstancia, la experiencia es algo que no se jubila” (claro que no: una experiencia que realmente tenga experiencia debe organizar comidas coyunturales para aspirar a más diputaciones, senadurías, secretarías, direcciones, etcétera).
Otra perla conceptual beltronista: “Rechazamos la confrontación. No queremos discusiones que sólo reflejen ánimos de conflicto o lucha de posiciones” (claro: tan bonito que podría seguir siendo el mundo priista de la unicidad poco disfrazada: ¿para qué discutir, si todo se puede arreglar con un dedo que decida? ¡Por un México de discusiones deslactosadas!). Ah, Manlio Fabio insistió en la tesis de los gobiernos de coalición, pero no dijo cuál cartera le gustaría.
Y, mientras Luis Videgaray Trump sigue escandalizado por lo que sucede en Venezuela, y emite juicios de valor sobre procesos internos de este país, ¡hasta mañana, con Roberto Borge, exgobernador de Quintana Roo, siendo notificado en Panamá de la petición de extradición que hace el gobierno de México (con la cual el priista sólo podrá ser juzgado por aquello que se haya incluido en esa petición)!

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