El 28 de junio se conmemora en todo el mundo el Día del orgullo gay, lésbico, bisexual y transexual y si bien al principio fue conocido como el Día del orgullo “gay”, poco a poco se han ido incorporando otras orientaciones e identidades sexuales que también necesitan ser visibilizadas al tener sus propias reivindicaciones.
En México fue en 1978 que homosexuales, lesbianas y personas trans, salieron a las calles por primera vez, para exigir el respeto a sus derechos, y desde entonces, el último sábado de junio es el día para tomar las calles y para exigir el fin del estigma, los prejuicios y la discriminación, buscando así con ello la igualdad de derechos y el respecto al resto de la población.
Ayer, durante la marcha LGBT de la CDMX viví y sentí de nuevo ese orgullo que en mis venas corre, mismo desde aquellos años 80´s, cuando por primera vez participé en un contingente con el fin de ser respetado. Y como decía la gran Chavela Vargas, hay que salir y marchar para desnudar ese estigma que debe hacernos estar orgullosos, y para que cada vez que tomemos las calles, lo hagamos frente a una sociedad retrograda a sus iglesias y frentes profamilia quienes piden nuestra condena y que nuestros derechos no se nos reconozcan.
Cada año, los gays, lesbianas y personas trans de este país no solo salimos a tomar las calles, salen también los absurdos queriendo arrebatar el movimiento y juzgarnos por haber nacido así. Si a alguien le queda aún la duda, les comparto con todo conocimiento, que nadie nace gay ni escoge el serlo y ni mucho menos se vuelve desde el momento de abrir los ojos. Por lo que sentirse “orgulloso” debe ser cada vez que marchemos el fin de toda lesbiana y de todo gay para estar y sentirse feliz con uno mismos, ya que el “orgullo” jamás deberá ser la disculpa por mostrar en cada marcha los verdaderos sentimientos y el amor por otro igual y porque también se tienen los mismos derechos a vivir con las mismas libertades que todo ser humano quiere.
Mis estimados lectores deseo compartirles que estoy orgulloso de ser gay, ya que al considerarlo y vivir mi condición a diario, ha sido uno de los grandes regalos que me ha dado la vida y con la que he entendido que la sexualidad y el amor por el otro no puede vivir en un closet, pues al haberme liberado de él, me ayudo a entender que no hay razón de vivir sino lo es por un “otro” ayudando a muchos más a reconocer su propia sexualidad.
Y si los últimos 4 desfiles “Pride” en Cancún han resultado un malogro por parte de su organizador, no le permitamos un quinto fracaso y volvamos juntos a que se reinstauren aquellas “Marchas” que demandaban la libertad afectiva y que llevaban la identidad de género de cada persona con un apego a la dignidad y los derechos humanos.
