Recientemente, ante el lamentable y escandaloso caso de un menor que agredió a maestros y alumnos de su escuela con un arma de fuego en Nuevo León, las autoridades educativas y los diputados locales han puesto a consideración el regreso de la implementación del operativo “mochila”, que persigue el objetivo de prevenir este tipo de desgracias y aún más, de reprimir el consumo de alcohol o drogas entre los estudiantes.
La valoración sobre su aplicación tiene que ver con la posible violación a los derechos individuales de los educandos. Sin embargo, la pregunta en todo caso es: ¿estamos realmente preparados para atender esta prevención de actos ilegales entre jóvenes estudiantes?
El operativo “mochila” tiene mucho más aristas para atender que simplemente la revisión de mochilas para evitar que los estudiantes lleven a la escuela artefactos o sustancias, es, la atención a la irregularidad, determinar por qué el estudiante tiene acceso a los elementos restringidos, qué pasa en su entorno familiar, en su entorno escolar, etcétera; prevenir es mucho más que reprimir y en casos graves, ¿dónde vamos a corregir la comisión de delitos en menores de edad?
El estado de Quintana Roo no cuenta con un centro de reinserción social para menores de edad; cuando un menor es sancionado por la comisión de un acto ilícito, es, en el mejor de los casos, enviado al estado de Yucatán.
Pero además, no existen programas que trabajen en atender las condiciones en que conviven los menores de edad. Aún así, la prevención es muy necesaria, es urgente regresar al operativo “mochila”, pero también es urgente confeccionar una estrategia institucional que atienda y prevenga las causas que generan la violencia y comportamientos antisociales de nuestros jóvenes.
Los sistemas estatal y municipales de desarrollo integral de la familia DIF, tiene el claro y sustantivo objetivo de fortalecer a la familia como célula de la convivencia social. Allí deben radicar los esfuerzos para evitar la violencia intrafamiliar y además, un trabajo efectivo que permita reprimir el ingreso de los menores y adolescentes a la vida criminal y de adicciones.
Esta prevención debe considerar al operativo “mochila”, pero el operativo debe ser parte de la estrategia y no la parte sustantiva. Si únicamente nos vamos a dedicar a revisar mochilas, los jóvenes pueden seguir guardando armas, alcohol o drogas aún en sus casas.
Sería interesante escuchar de alguno de los legisladores o maestros una propuesta integral de prevención, antes que el consabido y hueco discurso que en nada nos ayuda a mejorar las condiciones de vida de nuestros jóvenes.