Quizá el único motivo benéfico con el cambio de fechas para que los diputados, presidentes municipales y el gobernador rindan protesta (antes era en abril y ahora es en septiembre) es que a dos meses y medio de iniciar tendrán una especie de impasse para reflexionar, para apretar en los asuntos que van por buen camino y modificar el rumbo en los que no, en los que la gente no avala.
Ninguno habrá llegado a los 100 días en el poder y muy poco se habrá visto de lo que tienen planeado para su gestión, al arribar a las fechas decembrinas, cuando gran parte de la burocracia descansa y la población poco caso hace al trabajo gubernamental.
Pero eso sí, cierto es que Quintana Roo no puede esperar y aunque al llegar enero los gobiernos empiezan a calentar motores, éstos deben ser acelerados a toda máquina para dar resultados, especialmente los ayuntamientos y la legislatura que serán de apenas dos años.
Sin embargo, también el gobierno del estado debe reflexionar en estas fechas y cambiar el rumbo en temas y decisiones que han causado escozor en la sociedad, luego de ser sin duda la administración estatal que entró con las más altas expectativas en la historia de Quintana Roo.
Las próximas semanas deberán ser aprovechadas por los gobernantes para hacer un alto y analizar si en realidad van por el camino trazado. Los resultados que den a la población se verán directamente en la participación y la decisión que habrá de tomar la ciudadanía en las elecciones de 2018, las cuales ya están a la vuelta de la esquina.
La población espera más de sus gobiernos y legisladores a partir del primer día de enero, luego de brindar un tiempo de tolerancia como fueron estos dos meses y medio.
