Sin duda alguna ya, enrique peña nieto es la imagen viva del fracaso. Exhibido como predador ambicioso y descuidado, represor y torpe en la toma de sus decisiones, cuanto ha propuesto se lo ha llevado su propio fango. No hubo necesidad de consulta alguna para enfrentar los efectos de la malhadada reforma energética en sentido contrario a la historia de México y la defensa de su soberanía con mucha sangre derramada; simplemente se derrumbó ante la caída abismal de los precios del petróleo y la consiguiente reserva de quienes, fuera y dentro del país, se frotaban las manos en espera de los jugosos contratos de PEMEX sin medir la catástrofe que se avecinaba en los mercados internacionales: se calcula el valor de la mezcla mexicana del crudo, a futuro, en más de cuarenta dólares por barril cuando llegó a cotizarse en doscientos.
Fracasó igualmente la reforma fiscal porque veintidós entidades federales, bajo los mandos del narcotráfico, dejaron de aportar lo usual y, para colmo, la facturación electrónica saturó las páginas de la trituradora secretaría de Hacienda en donde Luis Videgaray Caso atesora premios internacionales , a cambio de su notoria incapacidad para frenar las oleadas especulativas y los vaivenes de Wall Street así como la crisis del euro que somete a las filiales bancarias hispanas y les impulsa a saquear divisas a México y Brasil. Ahora volverá a recurrirse al terrorismo fiscal para extender las medidas represivas contra una sociedad que parece dispuesta a exigir el respeto a la soberanía popular.
La reforma educativa, a su vez, está a medias con los maestros, buena parte de ellos soliviantados con razón y sin salidas ni diálogo a la vista. Pese a su dolor, detrás de las rejas, la maestra y ex cacique, Elba Esther Gordillo, debe estar riéndose a carcajadas porque la Presidencia no pudo pasar los valladares de una clase magisterial confundida y temerosa al sentirse débiles y vulnerables sin dirigencias.