En la página Gobernantes de Quintana Roo de la enciclopedia digital Wikipedia -donde los cambios se registran a velocidad cibernética- Carlos Joaquín contrasta fuertemente por los íconos del PAN y PRD; es el último de una lista de siete gobernadores acompañados por las siglas del PRI en los últimos 42 años, es decir, en toda la historia del estado.
Ese cambio histórico se oficializará el próximo domingo cuando rinda protesta en sesión solemne ante el Congreso y presida ante los ciudadanos su primer gran acto cívico. Hasta ese momento seguirá siendo, sin embargo, un cambio de formas y logotipos; será, ojalá, el principio de cambios más de fondo, los únicos que podrán marcar un contraste real entre él y sus dos últimos antecesores: Félix González y Roberto Borge, quienes impusieron en Quintana Roo una especie de Mirreynato con ellos como mirreyes.
A partir del 25 de septiembre Carlos Joaquín tendrá que empezar a concretar en acciones los planes con los que, dijo, iniciaría: combatir la corrupción y la impunidad, y transparentar las cuentas y políticas públicas.
Carlos Joaquín entra no sólo con la legitimidad que le da la Constitución o una constancia electoral, sino con la que le otorga un auténtico respaldo ciudadano, ese al que aspira cualquier gobernante, casi ninguno consigue y muchos, en la práctica, no valoran.
Por eso, deberá desde el principio marcar un contraste con los dos últimos gobiernos que se distinguieron por la frivolidad, el derroche, opacidad, corrupción, despojos, escándalos, autoritarismo, arbitrariedades, represión y un desdén descomunal hacia la ciudadanía.
Esperamos que al rendir protesta, asuma la responsabilidad de gobernar de una forma diferente.