Si usted es o ha sido en los últimos años empleado o beneficiario de la Sedesol lo más probable es que su nombre aparezca en uno de los listados archivados en las bases de datos nada más y nada menos que de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA en inglés) de los Estados Unidos. La agencia es el gran corporativo espía de los norteamericanos, su Big Brother. La sede se encuentra en Fort Meade, Maryland, y, por lo que se ve, le ha dado por meter la cuchara más allá de sus fronteras.
El súper espía ha sido espiado. El grupo de hackers autodenominado The Shadow Brokers obtuvo y divulgó información sobre el espionaje que la NSA ha venido realizando en los últimos años en 49 países, incluido en nuestro. Instituciones como la UNAM, Sedesol y la Secretaría de Gobernación serían parte de sus objetivos. La información fisgoneada incluye correos electrónicos, relaciones de personal, padrones de beneficiarios, movimientos financieros y acciones realizadas. La Segob ha desmentido el hecho afirmando que “los servicios electrónicos de esta dependencia se encuentran seguros, no están comprometidos y operan de manera ordinaria”. Sin embargo, especialistas conocedores del oscuro submundo del espionaje digital han dado el ataque por bueno.
Ésta es una más de las evidencias difundidas en los últimos meses sobre las actividades ilícitas de la agencia norteamericana, pero el giro y la dimensión del hecho sirven para enfatizar lo que nos debe ser obvio: nadie está a salvo. La lupa observa hasta al más descolorido.
Por cierto: tanto trabajo que nos cuesta que se haga y se dé a conocer un padrón único de beneficiarios gubernamentales mientras, por otras vías, la información se fuga tras fronteras.