Enorme malestar permea entre el sector empresarial del estado, especial en la iniciativa privada de la zona norte, debido la forma en que se negoció el impuesto al hospedaje, del cual exigían que fuera destinado casi en su totalidad para la promoción y terminaron por “aceptar” la “propuesta” del gobierno para que se ocupara menos del 50 por ciento para ese concepto.
La realidad es que eso ha generado que la relación del sector privado con el gobierno de Carlos Joaquín se tense y se mantenga a punto del rompimiento que, por ahora, decidieron evitar “por el bien de Quintana Roo”.
Sin embargo, los empresarios representados en las diferentes cámara y asociaciones –en especial los hoteleros- quedaron inconformes y sostienen que esta administración “empieza igual o peor “ que la de Roberto Borge.
Y es que en especial hubo un punto en el que los empresarios reniegan. Se trata la deuda que dejó la administración borgista con los recursos para la promoción obtenidos por el impuesto al hospedaje, y que finalmente, tendrán ellos mismos que solventarla.
La propuesta del Gobierno, que finalmente fue avalada, señala que de los recursos obtenidos por ese gravamen, una parte será destinada para cubrir la deuda que les dejó Borge, es decir, ellos tendrán que pagar los platos rotos de su propia vajilla.
De esta manera, el malestar y el desencanto hacia esta administración del “cambio” se viraliza, ya permea, los mismo entre los empresarios que entre los trabajadores, entre las amas de casa que entre los periodistas.
Aquella varita mágica que dijo tener el hoy mandatario estatal la extravió o simplemente nunca la tuvo, y ahora tendremos los quintanarroenses que morder almohada durante seis años.
Sin embargo, la IP no se queda callada.