Hay un primer conteo del daño patrimonial infringido al pueblo veracruzano por parte del huido exgobernador Javier Duarte que se calcula en poco más de 10,300 millones de pesos. En números fríos, casi la mitad del presupuesto anual de Quintana Roo. Más allá de esa frialdad existe un gran drama humano que tiene denso tufo a saqueo de guerra.
“La obsenidad de la corrupción…escaló a niveles de tocar la vida humana” denuncia el semanario Eje Central en su numero 28. Ahí se registra el recuento puntual del saqueo indiscriminado de reservas territoriales; desvíos en salud que dejó, entre otros, varios niños muertos por falta de atención quirúrgica; suministro a escuelas sin fondos completos; obras viales, de electrificación, de suministro de agua, caminos rurales, puentes, áreas deportivas, truncas o canceladas; programas de desarrollo rural con presupuesto incompleto; cientos de miles de apoyos personales y despensas escamoteados a damnificados por desastres naturales; 400 mil techos fijos documentados y no entregados a damnificados; casi 15 mil pensionados y jubilados sin recibir pago en el penúltimo año; otros miles sin acceso a préstamos comprometidos.
La Metástasis de Veracruz lo llama la publicación. El diccionario dice que metástasis es el proceso de propagación de un foco canceroso a un órgano distinto de aquel en que se inició. Si lo que quieren decir es que el cancer de la corrupción no es de origen veracruzano tal vez tengan razón. Aunque lo importante es identificar el vehículo de su propagación: se llama impunidad.
El recuento puede ser importante para reclamar y corregir, aunque sea a toro pasado. Pero también puede ser una incitación al pillaje por lo suculento del botín público. Al cabo que no pasa nada.