Suegras, comadres y cuñadas. El pasado sábado cimbró a todo el país y sobre todo a Quintana Roo la noticia de una supuesta orden de aprehensión con contra del ex gobernador Roberto Borge Angulo por la presunta comisión de diversos delitos, y… ¡oh sorpresa!
Sí queridas amigas, resultó sorprendente ver la reacción que tuvo mucha gente en redes sociales, y me refiero especialmente a aquellos que comieron de Borge durante muchos años, y hoy le muerden la mano.
Bien dijo Simón Bolívar: “La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer”.
Y aquí no estamos para defender a Borge Angulo, creo que nadie que esté en sus cabales se atrevería a hacerlo, porque sí, es cierto, como gobernador cometió una serie de injusticias, atropellos, prepotencia, incluso dicen que saqueo y hasta despojo, pero de eso ya se encargará la justicia en su momento.
Sin embargo, no deja de causar pena ajena la forma en que políticos y periodistas que se vieron muy, pero en verdad muy favorecidos en los tiempos de Borge, el sábado alzaron las campanas al vuelo para festejar a supuesta orden de aprehensión, aún no confirmada.
Creo que estas personas deberían tener un poco de vergüenza, de pudor y de honorabilidad y, si bien no van a expresar su malestar por la posible detención de quien durante años les dio de comer a ellos y a sus familias, entonces lo mejor sería hacer mutis, guardar silencio y hacer como el chinito: “nomás milando”.
Es tiempo, desde ahora, que las nuevas autoridades vayan poniendo sus barbas a remojar, al ver que aquellos que hoy besan su mano, pronto se comportarán como judas y los crucificarán dentro de cuatro años y medio. Porque deben recodar que estos cargos tienen fecha de caducidad.
Esa es su costumbre, aplaudir a los bailarines en turno, para aventarles jitomates y huevos al finalizar su show, o bien bailar como perros para quien les tire la moneda…