Como se ha vuelto costumbre en vísperas de una elección, el “voto rosa” sale a relucir durante los tiempos de campañas como botín representativo de un sector que hoy en el estado de México representara este 4 de junio más de un millón de electores que si bien pueden hacer ganar a un candidato la elección, también pueden incidir a que la pierda al haber vuelto al colectivo LGBT durante su campaña en tema y referente sólo para reafirmar compromisos simulados y promesas al declarar tener simpatía hacia este sector al que nunca le cumplirían y apoyarían por las repercusiones de tener que contraer luego acciones a futuro en beneficio de todos ellos.
Reconocer ciudadanía es tener que reconocer derechos humanos a hombres gays, mujeres lesbianas y personas trans; es también apoyar temas y estar a favor de las adopciones de las personas del mismo sexo como del matrimonio igualitario entre ellas. Y aunque estos mismos nunca han estado en sus agendas políticas pero sí en la continua utilización de lo que significan como beneficio a sus campañas, sus promesas de ayuda y de socorrer sus diferencias, las hacen desde lo oscurito temerosos por tener que enfrentar un loby gay al ser señalados y por apoyar como miembros de un partido pro-gays a estos sectores, teniendo luego que pagar facturas y prebendas a otros grupos y sectores conservadores quienes también les representan cuantiosos votos para su elección.
Considero mi estimado elector que el armario siempre será un excelente sitio de confort para no tener que vivir bajo el escrutinio y los señalamientos al promulgar leyes y políticas públicas a favor de nosotros los gays y las lesbianas.