Hace apenas unos días que me encontré con una nota en las redes que daba a conocer una supuesta reunión entre los ex gobernadores Joaquín Hendricks Díaz y su sucesor Félix González Canto, llevada a cabo en el Aeropuerto Internacional de Cancún.
¡Mama mía, pero qué reunión! Propia de los más altos capos, al estilo de las mafias italianas en Nueva York.
Y en caso de ser cierto, por supuesto que la cita no fue para desearse feliz navidad ni para preguntar cómo los trató este año.
No, no, no, por supuesto que fue para transar, propio al estilo de ambos, así apartaditos para que nadie los vea y entonces hablar de números, y de números con muchos ceros.
Cuentan quienes saben que dicha reunión fue convocada por el hoy senador de la República, Félix González Canto, quien sin más le soltó al morenazo centroamericano que por favor interceda con su cuate Carlos Joaquín González, amigo de Hendricks y enemigo del otro, para frenar la investigación por el crédito que solicitó durante su gestión por 7 mil millones de pesos en el 2010, cuando todavía el peso valía un peso.
Aseguran los enterados que fiel a su nauseabundo estilo, en el que no da paso sin huarache ni da la hora a cambio de nada, Hendricks Díaz le reviró: “Órale manito, pero fíjate que yo quiero que mi hijita (la hoy diputada estatal, Leslie) sea candidata del PRI al Senado de la República y en esto sé que tu me puedes ayudar”.
Será verdad, será mentira o será la vieja del otro día. Pero lo cierto es que este es el nivel del cambalache, de las negociaciones, de las transas en este nuestro Quintana Roo que tanto queremos y que lamentablemente hemos sido testigos de cómo se desmorona, producto del saqueo y de la inmundicia encabezada precisamente por estos dos.