En nuestro país no existen, todavía, gobiernos de “coalición”. Y sí, en cambio, se reparten las culpas por partido. Es decir, en lenguaje coloquial, que el “hilo se rompe por lo más delgado”.
Si Cancún lo gobierna el Partido Verde, era obvio que un panista absolutamente identificado con ese partido, o sea un panista de verdad, iba a pagar platos rotos que no le correspondían.
A lo que debemos agregar la circunstancia de los tiempos políticos. Y la necesidad, modernidad indispensable, de poner las cartas sobre la mesa si se busca recuperar o mantener la confianza ciudadana.
Por eso Frank López Reyes hizo lo correcto al renunciar a su puesto como director de Turismo del municipio. Indispensable para lo que sigue. Y lo hizo, además, con una crítica feroz que no debe pasarse por alto. Menos, todavía menos, cuando vamos en el ejecutado número 111 del 2017.
Número que puede aumentar en cualquier momento.
Algo que dijo en la conferencia de prensa, que localmente ha sido disminuido, puede ser definitivo en la razón por la que “pintó su raya” con Remberto Estrada y los resultados de su gobierno. A pregunta del corresponsal de El Universal, aceptó que existe “ignorancia, corrupción e inexperiencia” en ese gobierno municipal.
Lo más fuerte fue: “Ha sido el compromiso o los compromisos tan fuertes con los que ellos llegan”. O sea…
¿Estos “compromisos” se relacionan con la ineficiencia únicamente, o también con los ejecutados y la violencia, la omisión de las autoridades municipales?
López Reyes renunció porque quiere ser candidato. A lo que corresponda. Y será un candidato muy duro, muy aguerrido contra la realidad de Cancún, de eso ya podemos estar seguros. El mismo afirmó, al dar a conocer su renuncia, que la diferencia es que no tiene ningún compromiso, que no tiene padrinos y que solamente cuenta con la gente que cree en él.
¿Será suficiente?
Lo cierto es que muchos miles de cancunenses están hartos. Muy hartos. Y que a golpe de fotografía pagada no va a convencerlos Remberto Estrada de sus bondades.
El intento de ejecución en la zona hotelera, frente a las discotecas, junto al callejón de los milagros, en el epicentro de la impunidad, nos demuestra que permitir venta de droga y prostitución no ha sido el mejor camino. Y ratifica que la estrategia de seguridad de la policía municipal de Benito Juárez no es la correcta.
Algo, mucho, tiene que cambiar para no caer en una espiral de destrucción de nuestros paraísos. Tal vez lo que necesitemos sea a jóvenes políticos con valor como López Reyes…
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