La semana pasada tuve el disgusto de estar en la Ciudad de México, mi tierra, de donde atesoro los mejores recuerdos, entre ellos, una bella metrópoli, con sus problemas entonces ya muy marcados, pero muy muy bella.
Tengo residiendo en Cancún poco más de 20 años y debo reconocer que cada vez que voy al otrora Distrito Federal quedo sorprendido por la forma en que se ha desdibujado…hasta colapsarse.
Recuerdo que al llegar a Quintana Roo, la pregunta recurrente de los nuevos amigos era en torno a la contaminación y la delincuencia. El primero de ellos continúa e incluso se ha agudizado, el segundo, debo decir que nunca fui asaltado, y creo que hoy es más peligroso vivir en Cancún que en la CDMX.
El hecho es que en esa ciudad ya no cabe la gente, ya están casi uno sobre otro. Tiene graves problemas de agua, de drenaje (cada vez son peores las inundaciones), pero especialmente la movilidad. Tener un automóvil es un lujo: cobran tenencia, verificación, están a expensas de las autoridades para definir si circulan o no, no hay estacionamiento y los públicos son muy costosos, aparte de los franeleros que apartan los lugares, los cuales cuestan mínimo 30 pesos para estas personas “dueñas de las calles”.
A todo ello hay que sumarle que el tráfico en ciertos puntos y a ciertas horas es imposible, ni a vuelta de rueda van los autos, y si se estaciona en la calle, corre el riesgo de que le roben mínimo los faros y los espejos.
Y ni qué decir del transporte público, el metrobús imposible entrar, en el metro peor y los taxis son muy caros. Pero aun así, siguen construyendo edificios con oficinas que brindan trabajo y son imanes para la gente de otros lugares, mientras que las viviendas ya devoran los cerros que abrazan a la ciudad.
Es una lástima, sobre todo porque las autoridades no hacen nada, al contrario, para ellas entre más gente mejor, pues representan votos. Sí, es una lástima y debe ser ejemplo para otras ciudades, para otras ciudades como Cancún, cuyo crecimiento galopante no se detiene desde hace años y ya se empieza a notar.
