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noviembre 27, 2024

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Dos eclipses: solar e internet

Columna por Julio Hernández López

Ayer se produjeron dos eclipses: uno, de carácter natural, plenamente conocidos sus horarios, curso y consecuencias, ocultó parcialmente al sol, ofreciendo a millones de terrícolas la posibilidad de admirar el fenómeno de manera protegida y, a otros, como el políticamente adolescente Donald Trump, de exponer su salud visual, a pesar de todas las advertencias.

La institucional alegría del consorcio de telefonía e internet que es propiedad del multimillonario Carlos Slim también sufrió un eclipse, pero éste sin estar previsto. Dicha alegría institucional proviene del fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que concedió amparo a Telmex en cuanto a la llamada Tarifa Cero, con lo cual sus competidores podrían llegar a pagar por su interconexión a las redes propiedad de las empresas del mencionado Slim, dependiendo de lo que decida más adelante el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) que, con esta decisión judicial, recupera la capacidad de definir políticas en su ámbito jurisdiccional y no el Congreso de la Unión, como había sucedido hasta ahora en este caso.

La caída de la red de internet de Infinitum generó problemas y descontrol masivos a control nacional (al segundo trimestre de este año, tenían más de 9 millones registrados en su servicio de banda ancha) y agravó las quejas constantes de usuarios pues, por ejemplo, no funcionó en los momentos críticos el teléfono 01800123222, de atención a clientes, ni se proporcionó información rápida y precisa a través de medios convencionales.

 Fue hasta las 19.50, mediante un boletín, que se puntualizó que hubo un “corte de servicio en Estados Unidos”, el cual afectó “la navegación a algunos contenidos y aplicaciones de internet hospedadas (sic) fuera del país” y, otro, “originado por trabajos de obras públicas en Mazatlán, Sinaloa”. También se señaló que Telmex “emprenderá las acciones correspondientes en contra de quien resulte responsable por la afectación a las vías generales de comunicación”.

Reunido en Toluca con legisladores federales de Morena y del Partido del Trabajo (PT), que son su plataforma legislativa en vías de ensancharse con la inminente adquisición de piezas provenientes del de la Revolución Democrática (PRD) y otros partidos, Andrés Manuel López Obrador advirtió o confesó o reflexionó: “No voy a estar de candidato eternamente”.

El 15 de febrero de 2012, siendo candidato presidencial del PRD, el mismo López Obrador había dicho ante empresarios del ámbito inmobiliario en la Ciudad de México, también con ánimo de que las palabras quedaran en lo privado, aunque fueron grabadas: “Tengo más experiencia ahora que antes; tengo menos vigor, eso sí, porque ya estoy muy cansado (…) ¿Te acuerdas en tu casa (dirigiéndose a uno de los presentes) que dije que si la elección era limpia y libre me iba yo a ir, y si perdía, me iba a ir a vivir a La Chingada, te acuerdas?” (La Chingada, como ya es bien sabido, es una finca ubicada en Palenque, Chiapas, que los padres del tabasqueño le heredaron y que él, a su vez, ha repartido entre sus hijos).

Ahora hubo más cuidado con las palabras: “Es a Palacio (Nacional) o a Palenque. Así que no es la cuarta. No, la tercera es la vencida. La cuarta no, ni la quinta.” Sería ésta, pues, la última ocasión en que el perseverante político busque la Presidencia de la República, sin romper sino solamente empatar la marca de Cuauhtémoc Cárdenas, quien fue aspirante en tres ocasiones. La premisa planteada es clara: si el pueblo no quiere que López Obrador sea el próximo presidente, a éste le quedará la tranquilidad de conciencia de haber hecho todo lo que debía hacer, y se retiraría a la mencionada finca de la cual hizo hace meses una descripción esplendorosa.

¿Se retiraría López Obrador de la política (lo cual lo ha negado constantemente, asegurando que hasta el último día de su vida seguirá luchando en política) o simplemente cambiaría de sede su oficina de mando? En 2012, el lopezobradorismo tuvo una especie de posible refugio en Tabasco, cedido al PRD en la persona de Arturo Núñez, aunque luego éste y AMLO se pelearían; ahora, en Chiapas se vive una extraña transferencia de cuadros del gobernador Manuel Velasco Coello a precandidaturas de Morena, y familiares de AMLO van en lugares preferentes para estas, como si aquella entidad estuviese en vías de ser cedida al nuevo partido.

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Pero, así fuera con la vista tendida hasta 2024, la promesa de López Obrador de no buscar una cuarta candidatura presidencial, si pierde o le es arrebatado el tercer intento, pone sobre la mesa la natural opción de relevos. Es de suponerse que, en caso de no llegar a Palacio Nacional, el hombre que creó Morena mantendrá el control, a través de gente que le ha sido personalmente fiel o incluso mediante alguna combinación o definición plena en la que participe algún familiar.

A estas alturas no hay una sola figura fuerte que haya crecido en la lucha política a tal nivel que pudiera cargar y sostener el peso del partido hasta ahora unipersonal: Claudia Sheinbaum, Delfina Gómez, Martí Batres, Cuitláhuac García y Rocío Nahle son algunos nombres que han avanzado, pero no a un primer nivel consolidado. Luego de 2012, solo había dos personajes con capacidad sucesoria: Marcelo Ebrard, quien fue fulminado en términos políticos con una pistola calibre L12, y Ricardo Monreal, quien en estos días vive el crucial momento de decidir si aún tiene viabilidad política en Morena o ha llegado la hora de buscar otros aires.

Y, mientras Aurelio Nuño confirma que de llegar a Los Pinos mantendría el mismo nivel de disparates discursivos de la actual fuente oficial de emisión, al llamar “astróloga” a la muy reconocida astrónoma Julieta Fierro, durante una gira por San Luis Potosí (recuérdese que en noviembre del año pasado fue reconvenido por una niña: “se dice leer, no ‘ler’”), ¡hasta mañana, en esta columna de horóscopos políticos!

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