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noviembre 27, 2024

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Diego: el retroceso anunciado

La aparición en escena del abogado Diego Fernández de Cevallos, como parte representativa del equipo del dirigente panista, Ricardo Anaya, impacta de manera negativa las muy débiles expectativas del Frente Ciudadano por México (PAN, PRD y MC, por lo pronto) de mostrarse como una oposición real y confirma a esa alianza partidista como una plataforma más en busca de continuidad de la misma clase política hoy dominante.

Conforme a dos versiones periodísticas (publicadas por Álvaro Delgado, en Proceso https://goo.gl/phigWh, y Salvador García Soto, en El Universal https://goo.gl/vTRJVd) y no desmentidas, al menos, hasta la hora de cerrar la presente columna, Fernández de Cevallos asistió a reuniones del citado Frente, el FCM, como representante del PAN (no necesariamente definitivo). Lo cierto, aiga ido o no aiga ido Diego como representante, es que su papel ya activo en el entorno directivo panista subraya la condición declinante, una virtual exclusión, de Margarita Zavala y Felipe Calderón y su proyecto en busca de retornar a Lo Pinos. Fernández de Cevallos mantiene una fuerte distancia del binomio FelYMar y está claramente identificado con la precandidatura del queretano Anaya.

Desde luego que Anaya y el PAN tienen el derecho de enviar como representante a quien deseen a las reuniones del citado Frente, en busca de definir a su candidato presidencial, e incluso es posible que el litigante dorado no haya sido comisionado, o no vuelva a serlo, a ese tipo de reuniones, ante el inmediato sobresalto que ha generado esta significativa reivindicación circunstancial.

Pero la participación, en general, del componedor excandidato presidencial panista en el primer círculo anayista, muestra el sentido político del PAN rumbo a 2018 y, en general, del Frente de las tres mentiras (no es frente, sino alianza de partidos; no es ciudadano, sino partidista, y no va por México, sino por los intereses de las cúpulas participantes). Diego Fernández simboliza el adosamiento ganancioso a Los Pinos, como el practicado por él mismo en 1988, con Carlos Salinas de Gortari como el auténtico jefe, cuando Acción Nacional aceptó “legitimar” de facto al personaje que así pudo asentarse en Los Pinos, pagando al panismo con cuotas en la administración pública, en gubernaturas (el primer pago, en Baja California, con Ernesto Ruffo como beneficiado) y otras “concertacesiones”.

Por otra parte, Fernández de Cevallos es uno de los más depurados ejemplos del aprovechamiento de las influencias políticas para propósitos personales y profesionales. Candidato presidencial que cedió el paso a Ernesto Zedillo, justamente cuando aquel había ganado un importante debate al priista, Diego declinó la invitación a ser procurador general de la República, pero colocó en ese cargo a otro panista, Antonio Lozano Gracia, asociado políticamente a Diego y compañero de bufete jurídico.

La tramitación de asuntos ante la PGR tuvo, en ese tramo, exitoso destino con el amigo Lozano, agradecido por el cargo y sabedor de que luego se reintegraría al litigio afortunado, conducido por Fernández de Cevallos. Desde el Senado también se tejieron acuerdos para instalar en la red del poder judicial a personajes propicios para la atención de los asuntos llevados por el bufete dorado que, ahora, tiene nuevo cliente queretano, el ávido Anaya.

El interés de Carlos Salinas está plenamente representado en el actuar de Fernández de Cevallos y, por lo que se ve, en el mencionado Frente de las Tres Mentiras (F3M). Ellos dos, y otros personajes de la vida política, empresarial y mediática, han estado en búsqueda de fórmulas que les permitan parar a Andrés Manuel López Obrador y Morena. La conjunción de Miguel Ángel Mancera (formalmente, Alejandra Barrales), Ricardo Anaya y Dante Delgado, en una insólita alianza que buscará presentar candidatos en todo el país, es explicable en razón del servicio que prestan al proyecto de bipartidismo inducido: nuclear la “oposición” al PRI y estar prestos para “crecer”, si el candidato tricolor no logra avanzar. A fin de cuentas, Anaya mantiene acuerdos secretos con Peña Nieto, un poco lastimados por el golpeteo oficial a Josefina Vázquez Mota en el Estado de México, y el “jefe” Diego es garantía operativa para el jefe, sin comillas, Carlos.

Ayer, en Oaxaca, inició Enrique Peña Nieto el reparto de tarjetas de débito (“monederos electrónicos”), mediante un censo, para apoyar la reconstrucción de viviendas dañadas recientemente. Desde luego que es urgente ayudar a los damnificados. La situación de miles de mexicanos, en diversas partes del país, exige que los mecanismos gubernamentales de auxilio actúen con rapidez pero, también con transparencia y confiabilidad.

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De otra manera, la premura servirá de coartada para encubrir manejos partidistas y clientelares, además de maniobras contables y financieras que, como en otras ocasiones, conviertan los fondos de esas ayudas en riqueza de políticos y funcionarios, y en escenografía para propaganda oficial. Por cierto, a la colección de frases peculiares que ha pronunciado Peña Nieto podría agregarse lo dicho ayer, con optimismo de agente inmobiliario, a pobladores de la devastada zona de Ixtaltepec: “quiero asegurar que en la región del Istmo, las personas afectadas por el sismo tengan año nuevo, vivienda nueva”.

Astillas: Meade, Videgaray y Osorio Chong han sido citados para que, uno por uno, vayan al pleno del Senado y cumplan con el ritual política y socialmente intrascendente de la “glosa” del quinto “informe” de Peña Nieto… Contrasta la energía gubernamental contra el colegio Enrique Rébsamen, con la indolencia respecto al campus Ciudad de México del Tec de Monterrey, donde cinco jóvenes murieron y las autoridades escolares están en duro regateo respecto a datos que permitan establecer responsabilidades de constructores y directivos (https://goo.gl/jMeA9D) … Y, mientras la canadiense First Majestic Silver Corp cumple con sus responsabilidades respecto a un accidente en una mina de Ocampo, Coahuila, en la que murieron cuatro trabajadores, ¡Hasta mañana!

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