Si bien aún impera cierta incertidumbre sobre si el recién investido Presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, actuará conforme al tono mantenido durante la campaña electoral, podemos dilucidar algunas cuestiones que, por su impacto global, se convertirán en un reto en materia de derechos humanos durante su administración.
En principio, diversos analistas políticos recogen la preocupación sobre la amenaza a la paz, en vista de posibles reconfiguración de poderes globales y/o regionales que potencien conflictos bélicos. Además, partiendo de la lógica de su promesa de campaña que su política exterior no se basará en “sermonear a otros países”, ni que tengan que respetar los derechos humanos, la preocupación estriba en qué tanto puedan avanzar los regímenes autoritarios, sin nadie que le interese frenar y que inclusive pudiera alentar (como en Latinoamérica en los años 70 u 80).
Otra cuestión a considerar es la política migratoria que se implemente en contra de las personas indocumentadas, que pueda implicar redadas, deportaciones, obstáculos a las remesas y desintegración familiares. Además, de construirse el muro que divida la frontera México-Americana, habrá que esperar los efectos colaterales que puedan desembocar, inclusive en nuestro estado, ante la búsqueda de nuevas rutas o posibles endurecimientos en la frontera sur de nuestro país. No está de más mencionar que una política aislacionista puede conllevar a fomentar la xenofobia y que se replique en otras latitudes.
Ante este complejo panorama, los retos a los cuales se habrán de enfrentar los derechos humanos, es la de si existe una figura (organizada, estatal, colectiva o individual) que sea lo suficientemente capaz de denunciar y sancionar cualquier actuación que socave las libertades fundamentales.
La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y Amnistía Internacional se han pronunciado al respecto de vigilar dicha administración en alguno de los términos aquí planteados. Y aunque la movilización social Woman’s March tuvo como propósito manifestarse en contra de lo que representa Trump para los derechos de las mujeres y grupos vulnerables al interior de ese país, da fe que los derechos humanos sí importan.
En tanto, nuestro rol como mexicanos deberá ser el de dar ejemplo de la defensa de los derechos humanos, con énfasis en el tema migratorio; impulsando políticas de respeto a la dignidad humana, actuando de manera congruente con aquellas personas que ingresan a nuestro país, de la misma manera con la que exigimos que respeten a nuestros connacionales en E.U.A. Para ello se necesitará de instituciones resueltas a defender la dignidad humana y a una sociedad participativa.
