El reloj comenzó a hacer ‘tic-tac’ para el gremio taxista con la histórica derrota del PRI en las urnas el pasado 5 de julio, la cual no sólo significó –por primera vez en la historia del estado- la pérdida de la gubernatura, sino un descalabro estructural, cuyo impacto no sólo afectó a aquellos afiliados que ansiaban aprovechar la hegemonía “tricolor” para escalar y buscar un “hueso”, sino también para los sindicatos que gozaban del padrinazgo de este partido en la entidad desde hace varios años. Entre ellos –por supuesto- se encuentra el Sindicato de Taxistas “Andrés Quintana Roo”, de Cancún.
Sin embargo, no todo estaba perdido para los “operadores del volante” locales… hasta que la entrante XV Legislatura –gracias a una fastuosa operación por parte del equipo del gobernador electo, Carlos Joaquín González- se volcó a su favor, y fue ahí cuando las esperanzas de mantener la exclusividad en el transporte urbano comenzaron a tambalearse hasta desplomarse, hoy ya con la operación activa de la transnacional Uber en Quintana Roo.
Lo que comenzó con hostilidad y hasta amenazas por parte del gremio –con el respaldo de la Secretaría de Infraestructura y Transporte (Sintra)- hoy se ha tornado en una protesta pacífica que poco a poco ha comenzado a rozar en el martirio; mismo que se ha proyectado con estrategias que, para los ojos de muchos, parecen más bien “patadas de ahogado”.
En los intentos por acaparar (no recobrar, pues nunca la tuvieron) la simpatía de sus maltratados usuarios, líderes taxistas de Cancún dieron inicio a una campaña de desprestigio mediante redes sociales, en la que incluso se ha sacado a relucir la imagen del candidato republicano a la presidencia estadounidense, Donald Trump (aprovechando su acusada discriminación en contra de los mexicanos), para retomar el muy trillado tópico de “México vs. Estados Unidos” y avivar así una postura en contra de la inversión extranjera, puesto que –como ellos aseguran mediante sus publicaciones de Facebook- “ellos se quedan con nuestro dinero y por eso el país no crece”. ¡Ahora resulta que por ahí va la cosa!
Pero la realidad es otra. Y es que en el dramático suplicio de los líderes taxistas, encabezados por Eric Castillo, se ha omitido mencionar la única y verdadera razón por la que Uber significa una amenaza al servicio que durante años ofrecieron “a medias”, derivado de la confianza que una nula competencia brindaba, y es –precisamente- lo poco que se han esforzado (no todos, pero sí la mayoría) por otorgar un servicio satisfactorio.
Ahora los cancunenses tenemos la libertad de escoger el servicio de transporte que más nos plazca, y también ahora es decisión, tanto Uber como de los taxistas, de trabajar para ganarse nuestra preferencia.
Cancún es un destino turístico de élite y requiere servicios del mismo nivel. El sindicato debería estar preocupado por brindar un servicio a la altura y no por “exiliar” a una competencia que les obligará –tarde o temprano- a hacerlo.