Cuatro son los grupos que conforman el gobierno del estado de Carlos Joaquín González. No son dos, como se ha hecho creer, no, los grupos son encabezados primero por la gente verdadera, por personas del equipo leal al hoy gobernador, por quienes se la jugaron, creyendo en su proyecto, más allá de partidos políticos.
También ya hay un grupo de quienes lograron mantenerse, de quienes el 5 de junio e incluso después cambiaron su indumentaria tricolor por la amarillo con azul y ahí están cual camaleones. En muchos casos, nada reprochable, pues chamba es chamba.
Se ha hablado mucho de otro grupo conformado por gente proveniente de Puebla, de personas –se piensa- recomendadas por el gobernador de aquel estado, Rafael Moreno Valle.
Y el cuarto grupúsculo se trata de gente que si bien es cierto que también “se la jugó” con Carlos Joaquín, incluso consiguiendo recursos para su campaña, lo hicieron porque ya no tenían nada qué perder y se asieron al candidato del PAN-PRD como una última oportunidad, luego de ser vomitados por el PRI y por la sociedad.
Este último grupo es el más peligroso, pues se trata de verdaderas hienas de colmillo retorcido con enormes resentimientos. Son ellos los que le hablan al oído al hoy mandatario, los que quieren regresar para desquitarse, como si la sociedad tuviera la culpa de las atrocidades que cometieron.
Pero la gente sigue esperanzada que el gobernador reconsiderará su postura y cumplirá a cabalidad los compromisos que hizo en campaña, porque antes que nada debe entender que su triunfo no fue gracias a ninguno de los cuatro grupos, Carlos Joaquín ganó gracias a la gente harta de ser ninguneada por sus antecesores.
Y aun hay un quinto que está en la banca, esperando a ser escuchado.