Está creciendo el enojo social en zonas damnificadas por los sismos del mes pasado. A las desgracias causadas por la naturaleza se agregan circunstancias irritantes y agravantes, en particular dos: la impericia e insensibilidad operativas de los gobernantes y sus equipos de trabajo para atender con sentido social, y no burocrático o con sentido de lucro, las facetas humanas de lo sucedido, y el enorme tufo a corrupción y manipulación de fondos y recursos, en un tramo en el que la clase política requiere de la mayor cantidad posible de dinero, proveniente de las fuentes que sea, para enfrentar las difíciles campañas electorales del año en puerta.
Hasta ahora, los responsables políticos de la atención a los problemas de esos damnificados (Enrique Peña Nieto, Miguel Ángel Mancera, Alejandro Murat, Héctor Astudillo, Graco Ramírez y Alfredo del Mazo) han actuado conforme a criterios de presunto eficientismo, repartiendo promesas, discursos y fórmulas paliativas. Lo cierto es que, a contrapelo de la propaganda que esos políticos hacen a sus falsamente resolutivos baños de pueblo, hay una generalizada insatisfacción que, por ejemplo, en la Ciudad de México, está produciendo bloqueos viales, enfrentamientos incluso entre vecinos y una movilización que va nucleando a diversos grupos de afectados.
El sismo del 19 de septiembre de 1985 generó condiciones de movilización y organización de damnificados que luego se inscribió en un proceso de cambios políticos y electorales lesivos para el interés del Partido Revolucionario Institucional. El PRI perdió la Ciudad de México a partir del pasmo y la insensibilidad de Miguel de la Madrid, el presidente de la república ausente, burocrático, cuando la capital del país requería nuevos proyectos y liderazgo.
Manuel Aguilera Gómez (Orizaba, 1936), un economista con larga carrera como legislador y funcionario público, fue el responsable del Programa de Renovación Habitacional Popular que atendió el problema de los damnificados de 1985. Meses después de la tragedia, entre continuos episodios de simulación gubernamental respecto de la ayuda a quienes se habían quedado sin lugar para habitar, Aguilera Gómez fue designado para tal cargo y, al final, se construyeron y rehabilitaron alrededor de 60 mil viviendas para damnificados, incluso sin tocar 150 millones de dólares de un préstamo de 500 millones que hizo el Banco Mundial.
Incluso en términos de supervivencia del sistema político y de la derivación de agradecimientos electorales al PRI (Aguilera fue miembro del equipo de Manuel Camacho Solís y fue anfitrión de la reunión secreta entre Carlos Salinas de Gortari y Cuauhtémoc Cárdenas, luego de las elecciones presidenciales de 1988), convendría a los actuales operadores gubernamentales (algunos de los cuales se han presentado a las reuniones vecinales con unos mezcales consumidos, como sucedió en la Ciudad de México con Ricardo Becerra) revisar las lecciones del terremoto de 1985. Por cierto, Mario Luis Fuentes le hizo esta semana una buena entrevista, sobre estos temas, al citado Aguilera en Canal Once.
En el corte informativo de la mañana de este jueves, Jaime Rodríguez Calderón, autodenominado el Bronco, había conseguido 95 mil 54 firmas para su candidatura presidencial independiente, mientras Margarita Zavala quedaba en segundo lugar, con 94 mil 495 apoyos. Dicho rebase tiene dos lecturas inmediatas: la primera es la virtual equiparación del ex priista con la expanista, lo cual lleva a ésta a una especie de segunda división política, carente de los brillos que se adjudicaba, a grado tal que un personaje neoleonés, simulador y truculento, esté consiguiendo más apoyos que ella (haiga sido como haiga sido); la segunda lectura es más preocupante para el equipo felimargarista, pues ha avanzado en ciertas áreas de la cúpula priista la idea de que la postulación de Zavala podría dividir el voto… pero no en contra de López Obrador, sino del cuasipanista José Antonio Meade, en caso de que éste fuera el abanderado tricolor. En esta hipótesis, convendría a la estrategia priista la candidatura independiente de Margarita, pero con menos relevancia, en segundo plano, sin afectar a Meade, si éste fuera el beneficiario del dedazo en preparación.
La sostenida crisis de las encuestas de Morena para postular a sus virtuales candidatos (a título de “coordinadores”, como antesala para no violar la ley electoral) ha llegado a un nivel grotesco en el Estado de México, donde el excandidato del Partido del Trabajo a la gubernatura, Óscar González Yáñez, irá por su lado en busca de una senaduría, en desacato al resultado de la “encuesta” estatal (en la que participaba) que dio el triunfo a Higinio Martínez, el jefe máximo del grupo al que pertenece Delfina Gómez, quien fue abanderada de Morena en los pasados comicios. Lo irónico es que la alianza del Partido del Trabajo con Morena se dio a partir de que González Yáñez, del PT, declinó a favor de Delfina, y ahora ese mismo González Yáñez rompe tal alianza en el plano mexiquense. El petista despechado calificó la encuesta de Morena como “opaca” y “chueca”, y deploró que las dos candidaturas al senado vayan a ser para dos miembros del Grupo Texcoco, pues Delfina Gómez ya había sido designada antes para esa búsqueda. ¿Estará el PT buscando la manera de salvar el pellejo ante la presión de índole penal contra algunos de sus dirigentes nacionales?
No se aprobó en el Senado la convocatoria para designar nuevo fiscal de delitos electorales. Los legisladores del PRI y del partido Verde fueron los únicos asistentes a la sesión correspondiente y, por tanto, se pospuso la autorización para iniciar la búsqueda del sucesor de Santiago Nieto Castillo. Ya se verá si la ausencia de los frentistas (PAN, PRD y MC) da pie a nuevas concesiones y arreglos.
Y, mientras Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal llegan a su encuentro de hoy con expectativas abiertas (el tabasqueño consideró que el zacatecano es parte de la generación que entraría al relevo de él en Morena), ¡hasta el próximo lunes!
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Creciente enojo de damnificados
Está creciendo el enojo social en zonas damnificadas por los sismos del mes pasado.