Tristemente se posicionan los corruptos al frente de las instituciones y se complica el fomento de oportunidades para todos, los nuevos proyectos logran su éxito mediante arreglos y conveniencias de algunos funcionarios, el avance de grandes proyectos refiere a grandes cantidades, pero los de escala menor padecerán otro tipo de complicaciones. La cultura de la corrupción ya la tenemos en el ADN y se ha convertido en una crisis educativa.
No hemos sabido corregir el rumbo, fallamos en transparencia, en honestidad y convertimos cada posición en un logro por haber derrotado a alguien, el pensamiento competitivo pretende vencer, antes que convencer, nos acostumbramos y creamos una zona blindada donde todos nos convertimos en cómplices infractores, veamos el caso de niños acostumbrados a ver normal el tomar cosas sin pedirlas, fanáticos de mentir y proclives a la violencia, todo en un ambiente en que no pasa nada y la impunidad permite que cada día se suban de nivel las faltas, hasta convertirlas en delitos mayores.
¿Qué pasaría si diseñamos una ley de la verdad?, todos sujetos a un marco de honestidad y respeto donde mentir sea severamente castigado, tomar los conceptos de cero tolerancia e incluir en las reformas educativas los valores necesarios para construir el tan famoso tejido social… Suena tan ambicioso como utópico, tan necesario e idealista como titánico o imposible… me queda preguntarme el porqué, y la respuesta me salta con un toque de impotencia, pues los “corruptos están al mando”.
