Existen países donde las leyes son realmente severas y drásticas, donde la aplicación nos puede resultar completamente absurda y sin embargo valedera con resultados a veces positivos y otras veces no.
Recordemos la ley anti chicle de Singapur o también los códigos de vestimenta en Medio Oriente, pero la que llama la atención ya que es una forma de permitir que el valor de la honradez se tome en serio es, prohibir que cualquier personaje de la vida política o civil que cuenta con antecedentes penales no pueda volverse a postular o buscar un puesto político.
Esta medida me parece excelente ya que obliga a todo aspirante a tratar de cumplir con las leyes y buscar la rectitud y honestidad dentro de una sociedad. Para algunos pudiera parecer una necesidad de forzar a la población a portarse bien condicionándoles sus deseos de llegar a ocupar una curul o puesto en el poder ejecutivo y efectivamente, así debería de ser, ya que supuestamente el fin último de la política es el bien común.
Al pensar en las elecciones y sus candidatos, hay un conflicto: desconfianza sobre la integridad de cada uno; siempre con su mismo discurso, siempre con sus mismas promesas, siempre con sus mismas posturas de salvadores oportunos; pero lo peor es saber que hay quienes tienen antecedentes penales; que tienen una mancha que por más que la laven, permanece en la memoria colectiva y que siempre pone en duda su valía como seres humanos honorables pues , “cuando el río suena, es porque piedras lleva” se pregona en México.
Instaurar esta ley de “Cero antecedentes” equivaldría a quedarnos mancos, tuertos, ¡acéfalos! No dudo que hay políticos que “valen su peso en oro” pero, ¿Cuántos serán?