Es un momento difícil, lo sabemos pero, el aprendizaje político del Gobierno parece estar demorado, al igual que los resultados prometidos a la ciudadanía.
Aquella antigua expresión que se utilizaba como advertencia de que algo se está demorando y corre el riesgo de ocurrir demasiado tarde aplica bien para describir la inquietud que comienza a extenderse en buena parte de la sociedad.
La inseguridad, ha golpeado con fuerza, en los últimos sesenta días con una virulencia que no conocíamos en toda la geografía estatal. Desde Cancún, pasando por Playa del Carmen, Cozumel y Chetumal los homicidios, asesinatos, robos y, la violencia dan muestra de que en materia de seguridad algo anda mal, muy mal.
Lo mismo sucede con el avance, deterioro y precarización de los servicios públicos. Mientras todos echan la culpa a lo “heredado”, el ciudadano común paga las consecuencias y es, la inquietud que se percibe en la calle. Como el pescado –que si no se vende a tiempo se pudre–, las expectativas comienzan a modificarse, los procesos se alargan, la confianza se deteriora y todo eso impacta en el clima político, social y de las inversiones en el estado.
Los verdaderos cambios, los de fondo los que mejoran la vida cotidiana de la gente no se perciben todavía. La mayor parte de la ciudadanía cumplirá en pocos días más con su obligación de pagar sus impuestos prediales, verdadero “vellocino de oro” para las administraciones municipales y estatal.
El tributo más importante para las arcas municipales vendrá con sus reajustes respecto al año anterior. La comunidad paga responsablemente sus obligaciones y, como contrapartida no recibe los servicios públicos esenciales que se merece y que, que las autoridades garantizan en sus discursos.
Quintana Roo es tierra de oportunidades y persecuciones. Todos recordamos al gobernador Mario Villanueva Tenorio a “salto de mata”, en los inicios del nuevo milenio, actualmente preso en el Hospital prisión de Virginia, Colorado en los Estados Unidos.
Fuimos testigos en la historia reciente de las persecuciones, proscripción y detenciones de presidentes municipales con amplias bases de apoyo popular como Juan Ignacio García Zalvidea y Gregorio Sánchez Martínez que se habían convertido en “peligrosos” para los gobiernos en turno.
Las vendettas políticas no sirven a nadie pero, siguen estando al orden del día. Es correcto que se investigue todos los ilícitos que se pudieren haber cometido en contra del patrimonio del Estado. Pero que se investigue bien y, a todos, sin excepciones. Porque todos, absolutamente todos los que transitan el mundo de la política, se han beneficiado de la misma. Las denuncias e investigaciones contra cualquier desvío que funcionario realice en contra del Estado, no se convierta sólo en una cortina de humo para ocultar lo inocultable.